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La vida de David Gale

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Sacrificio significa abnegación, renunciar a algo propio, de interés o beneficio hacia uno mismo, en favor de ayudar, de manera altruista, a alguien más. Lo que lo motiva es mucho más que la buena voluntad o un sentido de ética y moral con base en el respeto. Un comportamiento es altruista si busca la supervivencia o la reproducción de otros a costa de su propio bienestar. Así que ¿por qué alguien elige sacrificarse por un ideal, un principio o una persona? ¿Cuáles valores morales guían un compromiso social para hacer mejor el mundo incluso si ello afecta la propia vida?

Las preguntas revisten gran importancia dentro de la película La vida de David Gale (EUA, 2003), escrita por Charles Randolph y dirigida por Alan Parker. La historia, protagonizada por Kevin Spacey, Kate Winslet y Laura Linney, sigue a una reportera de nombre Bitsey Bloom, quien entrevista a un hombre, David Gale, acusado de homicidio y a sólo unos pocos días de ser ejecutado. La opinión pública está convencida de que es culpable, lo mismo que el sistema judicial, conforme la evidencia reunida parece apuntar; sin embargo, las sesiones en las que va contando su historia revelan poco a poco que las apariencias engañan, que la percepción siempre es un elemento importante en la comprensión de la realidad y que, a veces, luchar por algo que vale la pena, que puede cambiar a la sociedad para construir un mundo más humano, requiere de sacrificios.

Gale era un exitoso profesor universitario que un buen día es involucrado, equivocadamente, aunque por mal juicio, en un escándalo, al ser acusado de violación por una estudiante que orquestó todo con tal de desprestigiarlo, por venganza y gusto de hacerlo, porque podía. A partir de esto la vida de Gale se desmorona, su matrimonio, de por sí ya fragmentado, termina por quebrarse, su esposa exige la custodia de su hijo y lo despiden de su empleo. Por encima de todo, la organización activista con quienes colaboraba, un grupo social que lucha en contra de la pena de muerte, prefiere distanciarse de él, a pesar de sus esfuerzos comunes por luchar por una causa que creen justa en favor de la humanidad.

“Cuando me miran no ven una persona, ven un crimen”, le dice Gale a Bitsey, enfatizando así la idea de que a la gente casi siempre le interesa más señalar a un culpable y olvidarse de la situación que conocer la realidad objetiva, como si la clave no fuera la verdad, sino la percepción o la idea de ella, como si la etiqueta fuera lo único y el calificativo definiera a una persona, cuando en la vida real el hombre es mucho más complejo que un solo rasgo alrededor de él, especialmente si ese distintivo se impone sin diferenciar el contexto en el que sucede. En esta caso, también entra en juego la descalificación y linchamiento mediático como forma de ejercer “justicia”, que se presenta como una forma más de control y manipulación por parte del poder estatal y financiero para mantener ocupadas y tranquilas las conciencias de los “buenos ciudadanos”.

Aquello es lo que Gale y su mejor amiga, la también activista y profesora universitaria Constance Harraway, defienden. Su postura contra la pena de muerte se sustenta en el trato inhumano de la situación, el pisotear un derecho natural del hombre, en nombre de una justicia aparente y maquillada. Ambos insisten en que el sistema judicial no funciona, que la pena de muerte demuestra huecos en el proceso legal y que, inadvertidamente, ello trae consigo problemáticas éticas, pero sus palabras quedan eclipsadas por un gobernador que profesa una postura opuesta, de ‘justicia ideal’, dice, radical pero convincente para los extremistas conservadores que coinciden con él. Específicamente la historia se ambienta dentro de Texas, en Estados Unidos, estado sureño, parte de los Estados Confederados de América, con profundas raíces de supremacía blanca y anhelos esclavistas.

“La verdad no existe, sólo las perspectivas”, comenta la reportera en un punto de la historia, y esta frase es muy importante en el contexto del relato. La comunidad tiene una postura respecto al caso, basada en lo que los medios de comunicación han reportado, que a su vez se apoyan en la información oficial que las autoridades han lanzado, evidencia susceptible a interpretaciones, que cuenta una aparente verdad, pero cuyas piezas están incompletas. Pero un mismo hecho, visto desde otro punto de vista, puede entenderse en forma completamente diferente al verse con otro enfoque. Así, mientras para la gente el caso trata de un asesinato cruel y doloso, el de una mujer que murió desnuda y atada, asfixiada con una bolsa en la cocina de su casa, la verdad detrás de este aparente crimen tiene otra cara muy opuesta, misma que Bitsey sólo entiende llegando al final del túnel.

Primero comienza a dudar, dándose cuenta, gracias a las entrevistas con Gale, que el caso pudo ser estratégicamente acomodado por las autoridades que, en cuanto lo miraron un culpable, decidieron condenarlo sin preguntar primero si era realmente responsable o no. Luego alimentaron con fuego la hoguera dados los antecedentes penales de Gale (la acusación de violación, que si bien luego fue retirada, de entrada perfila esa imagen de culpabilidad) y finalmente encontraron su estandarte condenando a muerte a un hombre que precisamente peleaba en contra de la pena capital.

La información llega al exterior incompleta y Gale lo sabe; así que se lo hace notar a Bitsey, quien eventualmente se da cuenta que la investigación que realiza se debe enfocar en algo más que la muerte de la mujer, pues necesita indagar también la causa, algo que la gente que llevó el caso desde el sistema jurídico aparentemente nunca hizo. Ella piensa, inicialmente, que todo es un plan del propio grupo de activistas, que aprovecharon el contexto para incriminar a Gale, en algo así como un intento por convertirlo, forzadamente, en un mártir.

Bitsey sigue las pistas, conecta lo que sabe y aprovecha una cinta video grabada, que le llega misteriosamente, en donde se muestra la muerte de Constance, para finalmente descubrir que la explicación no es tan lineal y simple como aparenta, y que el plan a gran escala la involucra a ella, con la esperanza en su buen juicio y capacidad de análisis para lograr demostrar que Gale no cometió ningún crimen.

Él, sin embargo, no busca la absolución o el perdón de nadie, porque su muerte es aún más significativa dado el contexto (que él mismo elige) y lo que pretende demostrar: enviar a la muerte a un hombre inocente probaría que el sistema judicial en efecto se equivoca y no siempre responde verdaderamente a la palabra ‘justicia’. Bitsey, con ayuda de un amigo de Constance, quien le encargó proporcionarle a la reportera las cintas cuando fuera el momento adecuado, encuentra la verdad escondida: que Constance se suicidó (su leucemia estaba ya avanzada), con conocimiento de Gale, y ambos dejaron todo el escenario acomodado de una forma tal que pareciera que él era culpable de asesinato.

El objetivo para contactar a Bitsey no era lograr que el mundo creyera en su inocencia, bastaba con convencer a una sola persona, una con la suficiente integridad moral para encontrar la mayor objetividad posible. El fin último no era salvar a Gale de la pena de muerte, sino hacerle ver a la reportera, y por extensión a la sociedad, que cualquier idea preconcebida del caso, que la gente estuviera convencida de su culpabilidad, era sólo circunstancial, porque la gente repite lo que se le dice, en lugar de analizar realmente la información que tienen enfrente. Y más aún, hacer notar que el sistema judicial atenta contra la vida de las personas, quita el derecho a la vida, a partir de interpretaciones vagas, análisis superficiales o juicios de valor, sin reparar en las condiciones socioeconómicas y culturales en que se presentan los supuestos delitos. En última instancia el debate debería seguir abierto: ¿es la pena capital un medio adecuado para sancionar algunas conductas tipificadas como delitos graves? O, por el contrario, ¿debe ser desechada por inhumana y degradante?

No hay imparcialidad ni puerta para el análisis mientras los agentes de poder institucional, específicamente las palabras de las autoridades y los medios masivos de comunicación, pesen fuerte en su influencia de opinión, ya que ciegan en lugar de abrir al debate, que era en parte por lo que Constance y David tanto peleaban, al grado, en un acto en extremo altruista, de perder su vida. Incluso si para ellos sus propias vidas carecían ya de sentido.

Tal vez las ideas dentro de la película se queden en segundo plano detrás del drama de vida, pero las preguntas importantes siguen presentes respecto a, por ejemplo, temas como la pena de muerte o la crueldad humana. ¿Es el sacrificio una cualidad innata en el hombre, o al contrario, es la excepción a la regla? Solidaridad y sacrificio no son la misma cosa, pero al menos creer en algo y pelear por ello es el común denominador en ambos casos. Entonces, ¿hasta dónde llega alguien por aquello en lo que cree y cómo es que identifica, analiza, deduce y decide que vale la pena el sacrificio? Cada persona debe aprender a reconocerlo, y por tanto, decidir, aunque la tarea nunca es sencilla.

Ficha técnica: La vida de David Gale - The Life of David Gale

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