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Maze Runner: La cura mortal

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Curar significa sanar heridas; que las lesiones, enfermedades o dolencias desaparezcan; que el daño sea enmendado, para que el cuerpo retome su aspecto natural. Parecería contradictorio que una cura implique muerte, pero la idea habla del sacrificio de uno, para que el otro viva. En corto, el sacrificio es entonces parte importante en la búsqueda por sanar, enmendar, rectificar o rehabilitar. El tema es uno de los pilares en la película Maze Runner: La cura mortal (EUA, 2018), dirigida nuevamente por Wes Ball y escrita también, de nueva cuenta, por de T.S. Nowlin, quien se basa en la novela homónima (en inglés, The Death Cure) de James Dashner. Esta cinta, que cierra con la trilogía de su saga, está protagonizada por Dylan O'Brien, Kaya Scodelario, Thomas Brodie-Sangster, Ki Hong Lee, Will Poulter, Aidan Gillen, Patricia Clarkson, Rosa Salazar, Giancarlo Esposito, Dexter Darden, Walton Goggins y Barry Pepper.

Han pasado algunos meses desde que la agencia CRUEL (Catástrofe y Ruina Universal: Experimento Letal) se ha llevado cautivos a varios jóvenes inmunes a un virus que se esparce sin control, infectando y matando personas, para experimentar con ellos, todo en busca de una cura. Thomas y sus amigos se han unido al Brazo Derecho, el ejército que rescata sobrevivientes, con el objetivo de detener a CRUEL.

El protagonista específicamente tiene una deuda de honor con Minho, a quien quiere salvar (como se lo prometió), de las pruebas físicas y mentales a las que someten a los sobrevivientes de los Laberintos (el lugar en el que varios chicos fueron arrojados prisioneros, en la idea de que así su cuerpo produciría resistencia al virus), en el afán de encontrar en su sangre un suero contra la enfermedad. Para salvarlo, los protagonistas deben entrar a la última gran ciudad que aún queda en pie, conservada a manera de invernadero, protegida por un muro bien vigilado y que los separa, además, de los marginados, personas a quienes CRUEL no ayuda, por considerarlos ‘no útiles’, dentro de la dinámica social exclusiva, excluyente y elitista, que esperan construir en el futuro.

Dentro de la gente en los alrededores existe un grupo que busca venganza por saberse apartados, discriminados y abandonados por la élite en el poder que vela sólo por su ganancia y la de aquellos que la pueden hacer posible (patrocinadores, empresarios, científicos, médicos, militares y otros grupos sociales funcionales al sistema). La autoridad construye un muro para salvaguardarse de ellos y apartar a las masas, dejándolos a su propia suerte; un acto con tinte elitista e injusto que excluye a los grupos sociales ubicados en la parte baja de la pirámide, y a todo aquel que sea contagiado. Las minorías en esencia no son protegidas por un sistema ‘exclusivo’ que prefiere enfocar sus prioridades en quienes tienen los medios para pagar por ello.

¿Qué pone en peligro ese sistema y su funcionamiento? El virus, la enfermedad que mata, que hace que colapse el régimen organizativo y por tanto entorpezca la dinámica del funcionamiento social, una vez que la sociedad misma entra en conflicto, dada la situación de adversidad que ahora tiene que enfrentar.

Lawrence, el hombre que dirige a las minorías en la periferia de la ciudad, quiere destrucción, porque al saber que ni él ni el mundo en el que vive tienen salvación (Lawrence mismo está infectado), lo que busca es destruir al otro, para destruir también su esperanza de vida y, por ende, su corrupción, sus métodos de marginación y segregación; en breve, la vida cómoda a expensas de los más débiles.

CRUEL responde con la misma violencia y rechazo, duro y castigador. La agencia se ha distanciado (metafórica y literalmente, a través del muro y de la acción de desentenderse del otro), esperando que el virus mate a los marginales, a los otros, o que se maten entre ellos, para que así su problema, gente que protesta en su contra y quiere derrocarlos, deje de ser una latente ‘inconveniente’.

La meta de Thomas es clara pero simplista: rescatar a Minho y en el proceso salvar a los demás chicos retenidos por CRUEL. La pregunta importante para él en este punto debería ser: ¿y después? La idea es unirse a la oportunidad de vida que Vince, líder del Brazo Derecho, ofrece; instalarse en una isla y establecer ahí una comunidad que conviva en autonomía y armonía. La cuestión que rodea este plan la plantea Teresa cuando en su intento por encontrar desesperadamente la cura se pregunta: ¿y los demás?

¿Qué pasará con los infectados y con los no inmunes? ¿Qué pasará con el ciudadano promedio, resistiendo la injusticia y las condiciones de vida precarias a las que se les ha empujado, cuando no hay nadie interesado en ayudar? La gente al mando de CRUEL tienen los medios para sobrevivir y lo mismo aplica para aquellos a quienes protege, de directivos a personal médico, pero quedan muchas más personas que no tienen esta ventaja de vida. Sabiendo esto, el interés de CRUEL alrededor de la cura no está justificado ni en su efectividad ni en qué tanto beneficiará a la comunidad, sino en el cómo pueden ellos usarla a su favor. CRUEL no vela por el bien de todos, sino sólo por el de unos cuantos, para luego explotar al más débil cuando le ofrece opciones para su supervivencia; una realidad no muy distante de lo que hacen muchos entes y organizaciones en el poder en el mundo moderno, lucrando con el que no tiene una forma de salir adelante, más que pagando por una oportunidad que no le costaría nada ofrecer al otro, de una forma más accesible. Aprovecharse del más débil, inclusive de su muerte, con la falsa ilusión de ser beneficiario de la cura o benefactor de la humanidad.

Teresa se afianza a una realidad humana tras la cura, cimentada en la creencia de poder ayudar al mundo y terminar con la amenaza. La cuestión es si la esperanza tiene un fundamento real que anime apoyarla; o si encontrarla ‘a toda costa’ es algo también justificado. En todo caso, a toda costa puede significar el sacrificio mortal de cientos de jóvenes, o la represión violenta para preservar la seguridad, o cualquier otra medida autoritaria justificada por el bien de la humanidad.

El camino hacia la cura es eso y sólo eso, experimentación, prueba, ensayo y error. ¿Por qué algunos de los chicos son inmunes y otros no, cuando todos fueron por igual enviados al laberinto? ¿Por qué la sangre de Thomas resulta más eficaz que la de Mihno, por ejemplo, para crear un suero? La enfermedad, la cura, el virus y el proceso de su comprensión están, en efecto, plagados de incertidumbre. Las personas pueden responder diferente a un virus o a un medicamento, porque sus sistemas inmunológicos son diferentes y esto nunca se podrá homogeneizar. Que Newt no sea inmune y Minho sí, cuando ambos pasaron tiempo juntos dentro del laberinto, sólo refleja esta realidad.

Descubrir los detalles biológicos exactos o más acertados para explicar cómo avanza el virus en relación con diversas características y variables, toma tiempo. En la película, ese tiempo se está acabando y la decisión que varios personajes deben tomar es si afianzarse a una idea idílica o, si es mejor tomar acción sabiendo que esa idea es casi imposible, porque para cuando la cura llegue, si llega, las cosas ya habrán cambiado, la realidad social y natural será otra, y todos deberían adaptarse o perecer.

Ava, la encargada de los experimentos en CRUEL, llega a darse cuenta que si no puede hacerse realmente nada más por ayudar, porque todos los intentos fallidos se han convertido en un indicativo de que seguir intentándolo es desgastar recursos y provocar dolor y muerte (en los inmunes con quienes experimentan), en algún punto debe tomarse la decisión de enfocar la energía en algo más tangible. “No se trata de rendirse. Se trata de saber cuándo perdiste”, dice ella.

En algún punto de la historia alguien se pregunta si toda esta batalla realmente termina con la cura. Alguien cuestiona incluso si es posible vivir ‘para siempre’ con el virus y, más importante, con la promesa de una cura. La respuesta creíble es sí, si el ser humano se adapta biológicamente o adapta las condiciones de su ambiente. De hecho los intentos avanzan en ambos sentidos: la cura mediante vacuna y el aislamiento social, excluyendo a los considerados débiles o inútiles. “Es increíble lo que se puede lograr cuando peligra la supervivencia. Si [a las personas] las presiones lo suficiente, pueden hacer lo que sea. No hay línea que no cruzarán”, reflexiona Ava.

Lo que dice es interesante porque es la esperanza de una resolución favorable y el anhelo ante la posibilidad de que exista, lo que realmente mueve a las personas a luchar por su supervivencia. La pregunta es cómo; ¿ayuda en algo el que sólo espera? Mientras el problema esté presente, la gente aprende a vivir con él, se adapta y se plantea nuevas metas, porque su vida, su panorama de vida y su posibilidad de un mañana, se modifica de acuerdo con las nuevas circunstancias. Lo importante es que haga algo y se ayude en su propia realidad, que es lo que le compete.

Janson comenta que eventualmente el virus seguramente se extinguirá, pero que lo trascendental es quién quedará en pie cuando esto suceda. Cada mente se prepara diferente; unos quieren vivir para, teniendo el suero en sus manos, acumular poder; otros sólo se preparan para combatir a aquellos con ese poder; y muchos más se trazan un camino resolviendo no sólo el mañana inmediato, sino el futuro a largo plazo.

Cuando Newt se infecta y Thomas entiende que una cura puede significar no más ‘Newts’, no más amigos perdidos, inocentes que fallecen, personas que pierden a sus seres queridos intentando salvar a alguien más, Thomas entiende la importancia de su papel en el panorama a largo plazo; cómo él puede aportar algo significativo en la búsqueda por la resolución de un problema que atañe a todos. El camino para alcanzar la meta no está libre de sacrificios. El punto es si Thomas, Teresa, Ava, Janson, Newt, o cualquier otro, pueden ser conscientes de ello y, en espíritu solidario, proceder en busca del beneficio colectivo, o si por el contrario, sus acciones reflejan la mentalidad indiferente y egoísta que predomina en esas sociedades postapocalípticas.

Esta reflexión es una constante dentro de la película, dado que la historia habla de la búsqueda de una cura a un virus que afecta a todos por igual. Se necesitan líderes, estrategias y sobre todo entrega. En este caso, y en muchos otros similares de la vida real, para que la mayoría viva, otros (algunos) tienen que morir. Newt se queda atrás, dándolo todo por rescatar a Minho; Vince pone en riesgo la salvación del Brazo Derecho, o al menos la suya, cuando regresa a la ciudad para ayudar a Thomas y compañía, a quienes había dicho que tenía que abandonarlos en su misión, para continuar con la suya; Teresa misma encuentra la muerte en un esfuerzo por, no sólo encontrar la cura, sino salvar a Thomas, sabiendo que él y el descubrimiento del suero generado a partir de su sangre son verdaderamente importante para la posibilidad de un futuro para la humanidad. Todos ponen en riesgo algo, para alcanzar una meta mayor.

Enmendar y sanar, evolucionar y renacer, esa es la idea detrás de una ‘cura mortal’ o, en esencia, de la acción de ‘curar’, derribando cimientos fragmentados para construir algo más sólido, más próspero, más firme, según las necesidades de la realidad que rodea, en este sentido, al individuo y su mundo.

Ficha técnica: Maze Runner: la cura mortal - Maze Runner: The Death Cure

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