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Y vendrán por ti...

Alfonso Villalva P.

Y vendrán por ti...

Alfonso Villalva P.

En verdad lo siento mucho, pero este fin de semana, no es para ti. No te lo llevas en la frivolidad de un Acapulcazo de última hora, o de una salida fácil a Manzanillo. Me perdonas, pero no. El maldito azar no quiso que tomaras otro día de muertos por sorpresa, y cortaras la semana de una vez, en un puente vanguardista que conecta la holgazanería con el fracaso, que eleva los ánimos festivos en preparación de un final de año desacelerado y desaprensivo. Desde ahora lo matamos, y ya, hasta el 2020, si quieren. Total, la economía ya no creció, ni se ve para cuando...

Te quitas por favor de la mente -sí, de la mente-, todas tus ideas pueriles de diversión, de cubas, tequilas congelados, “apperoles” cervezas, música electrónica, sonrisas seductoras y mucha frivolidad, porque, sin remedio, te quedarás atrapado en tu mismo sitio, en tu ciudad, en tu colonia, en el vacío de tu realidad. Allí donde la vida es aburrida y monótona, en el mismo sitio en el que se acumulan los likes que remueven tus endorfinas, tu mancillado sentido social.

Te olvidas. Ni modo. Y te sientas a reflexionar. Ya sé que piensas que no merece la pena detenerse a escuchar las palabras que salen de la boca hueca de todos tus amigos, cuando hablan del plan para el “fin” de muertos, de la pachanga de disfraces, del “reven” de brujas; mucho menos en las mojigaterías de tu abuela Crucita que, ya jorobadita, prepara su velo, y sus flores, y sus lágrimas, para pagarle una visita a Don Abel, su difunto marido, que ahora si descansa, aunque seguramente ni en paz, ni en el santo seno –como dice la propia Crucita-, después de todo lo que le hizo a ella -a Crucita-, durante cincuenta y ocho años de matrimonio y rendición incondicional.

Para qué detenerse en todas esas cursilerías de comprar florecitas para los muertos, si ya están bien muertos, qué más te da a ti. Lo que importa en verdad, es sentirse vivo, y cómo diablos lo lograrías en el entorno de esas costumbres oscurantistas que idolatran a las calaveras, si tan solo con acercarte a un panteón, ya sientes las ansias de sambutirte una buena dosis de antidepresivos. Gente que llora, gente que espera apoltronada en una lápida comiendo charritos, salsa y pepsicola. Es mejor, claro está, idolatrar al ”streaming”, a una playlist, una App. Es más tangible, más colorido, más actual.

Pero no todo es la tumba olvidada, que resurge un día al año para convertirse en romería. Muerto hay mucho más. Mucho más, debes creerme. Necrosado está tu futuro, entiende, si sigues pensando en tu fuga veraniega o “fin de semana” en cuánto pretexto tienes para no trabajar, para pasar copiando los exámenes, para aparentar mucho estilo, aunque tengas un vacío muy dentro en la conciencia.

Todo está listo para incorporar tu porvenir en la larga lista de nombres que se recuerdan en estas fechas, porque, con tu actitud hay que joderse, amigo mío; te estás preparando para ser el diputado federal del mañana que cobra por abusar y se duerme en las sesiones, para ser el inconsciente que tira basura o desechos cuando nadie lo ve, para ser el ciudadano ejemplar que da la espalda cuando atracan al vecino, para contratar un abogado que vende su salea para promover un amparo que en el bolsillo permite rechazar todo lo que no sea conveniente para seguir sin control, para ser el lord algo, la lady quién sabe qué.

Este fin de semana no es tuyo, verás, es de tus vecinos; es de los niños que se mueren en hospitales públicos por la incompetencia y la estupidez; es de los chiapanecos de la sierra que se matan entre ellos presa de la confusión entre su fervor confesional, su reivindicación social y la impune manipulación; es de todos aquellos que salen de su casa cada mañana para tratar de conseguir limosna para comprar aspirinas, o frijoles, o qué se yo, pero que por buscar desesperadamente como sobrevivir, nunca tendrán el tiempo de ocupar su inteligencia –igual que la tuya- en reflexionar en su dignidad, sí, la que perdieron a manos de todos los que como tú, solamente pensó en el placer propio, en atropellar a los demás. Es de las mujeres que han muerto en Juárez, en el Estado de México y en Veracruz, dentro de un país que sigue en lo suyo, en el arrebato, en la disputa por denostar a los demás, en una brillante demostración de inteligencia que nunca contribuye, pero siempre descalifica.

Esos son los muertos de hoy y de mañana, y todos los demás que pierden su porvenir. Son los soldados olvidados acribillados en el cumplimiento de su deber. Son los muertos que indefectiblemente estarán allí, y vendrán por ti, porque tú has decidido ser así, has decidido conformarte, has decidido no cambiar... a menos que despiertes, te fajes los pantalones, y con mucho valor civil, el sábado acompañes a Crucita al Panteón, pues quizá, al ver a Don Abel, tu abuelo, bien muerto y apestado, te den ganas de reflexionar y de llevarte para ti y para todos los demás, un país distinto en el porvenir, un sitio digno para vivir.

Twitter @avillalva_

Facebook: Alfonso Villalva P.

 

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