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El mineral de Velardeña

SIGLOS DE HISTORIA

El mineral de Velardeña

El mineral de Velardeña

ROBERTO MARTÍNEZ GARCÍA

(SEGUNDA PARTE)

El Popular, 21 de julio de 1906.- "Progreso de una población. Lo que puede la industria". Una de las poblaciones que más rápidamente progresan en Durango es la de Pedriceña con motivo de la construcción de la gran fundición de Velardeña, próxima a aquella localidad, y a la que diariamente afluyen gentes que van en busca de trabajo o a establecer negocios comerciales. Se va ya sintiendo la necesidad de construir un gran hotel para alojar a los numerosos pasajeros que a diario llegan a la estación Pedriceña y se ha dado ya principio a la construcción de un edificio destinado al objeto.

La Iberia, 7 de agosto de 1906.- "Por los Estados. Pueblo que progresa". Una era de prosperidad, un porvenir risueño, que hará de ella una de las principales poblaciones del Estado de Durango, se presenta para Pedriceña. Día con día se ven llegar innumerables bandadas de trabajadores que inmediatamente encuentran bien remunerado trabajo en la construcción de la gran fundición de Velardeña. Creíase que para este mes quedaría concluida, ha sido imposible, debido a la carencia de brazos, que a pesar de que constantemente llegan operarios y jornaleros no son suficientes para la magna obra. El señor Carlos Michaud ha procedido a la fábrica de un gran hotel cuya necesidad se deja sentir muchísimo. La apertura de tiendas, fondas y otros establecimientos hacen que el conjunto sea llamativo y da una pálida idea de lo que aquello podrá ser dentro de un lapso corto de tiempo, quizá cuando se concluya la construcción de la gran fundición que será dentro de tres o cuatro meses, poco más o menos. Mucha gente está emigrando a Pedriceña y Velardeña atraída por lo liberal de los jornales. En cambio otras negociaciones de igual índole están quedando abandonadas. Envidiable, muy envidiable, es el porvenir de estas dos poblaciones duranguenses.

Pareciera que las dos poblaciones tenían una vida muy parecida a la que se había experimentado la villa del Torreón hacía apenas 18 años y de la que muchos habían sido testigos, tal era el caso de comerciantes y prestadores de servicios que habían llegado de La Perla de La Laguna.

También, muchos enganchadores de mano de obra recorrían las poblaciones estatales en busca de trabajadores aptos para la explotación minera, haciendo que en muchos lugares se resintiera una extrema escasez de mano de obra, especialmente en la ciudad de Durango. Como pasa en muchos movimientos migratorios, no solo llegan nuevas costumbres e impulsos que fortifican a quien recibe las olas demográficas, también llegan enfermedades como la viruela que hizo su aparición en el mineral al principiar el año de 1907. Ese solo fue el inicio de una serie de eventos que llevaron a oscurecer el futuro promisorio que tanto se pronosticaba.

En el mes de mayo de 1907 ocurrió una tragedia que enlutó a decenas de humildes hogares, la mina llamada Terneras fue el trágico escenario, el testimonio del hecho se publicó el 18 de ese mes de mayo:

Dos carrucheros que trabajaban en el piso número 10 de la mina salieron el viernes en la noche informando al superintendente que salía mucho humo de la mina en cuestión, siendo imposible trabajar en ella. Trataron de averiguar lo que ocurría, pero cuantos esfuerzos se hicieron fueron inútiles para penetrar en el socavón en el que había 45 parejas de barreteros, es decir, 90 hombres y desde luego se pensó en la gran desgracia que había ocurrido. Cuando se hicieron los primeros trabajos para auxiliar los mineros que fueron sorprendidos por la catástrofe, se hizo circular la versión de que había un gran incendio en el socavón La Coronilla, incendio que se había propagado ya hasta los pisos del 11 al 14, siendo imposible, en consecuencia, penetrar hasta el lugar donde se encontraban los trabajadores.

No obstante esta desconsoladora noticia, se tuvo la esperanza de que muchos de los mineros pudieran salvarse ganando otra salida de las que tiene la mina. En la mayor ansiedad se esperó hasta el amanecer del sábado, hora en el que aún permanecían en el tiro muchas familias de los desgraciados operarios. Dice el testigo que más puede atribuirse el suceso a una explosión en el polvorín que existe en el socavón La Coronilla pudiendo solamente así explicarse el número tan considerable de desgracias. Hasta el domingo no había sido posible extraerse ningún cadáver, notándose un olor nauseabundo, que denotaba descomposición de cuerpos humanos. El cura de Velardeña don Miguel Roux promovió una colecta para auxiliar a las familias desamparadas.

Sobre este lamentable hecho el diario El Popular en su edición del sábado 18 de mayo de 1907 publicó todos los nombres de los caídos, o al menos los encontrados e identificados.

(Continuará)

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