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Porfirio Díaz, en el centenario de su muerte

SIGLOS DE HISTORIA

Clément Armand Falliéres. Saludo presidencial a Porfirio Díaz en el Palacio del Elíseo.

Clément Armand Falliéres. Saludo presidencial a Porfirio Díaz en el Palacio del Elíseo.

Domingo Deras Torres, investigador histórico

Segunda Parte

Cuando Porfirio Díaz y Carmelita arribaron a Francia, la nación había cumplido tres décadas de finalizada la guerra franco-prusiana que provocó la caída de Napoleón III, el frustrado invasor de México que no pudo contra el Indio Juárez, ni tampoco pudo contra sus valientes militares entre los que se encontraba Porfirio Díaz. La prensa gala informó a sus lectores de la llegada del expresidente mexicano en su calidad de exiliado. Se convirtió en un habitante y vecino más de París, cuando era reconocido en la calle imantaba la atención pública por su brillante historial como el soldado de hierro que venció a las tropas napoleónicas en el Sitio de Oaxaca, en las batallas de Puebla, Miahuatlán y La Carbonera.

EL PARÍS EN EL QUE VIVIÓ

Carmelita y Porfirio arribaron a París en el verano de 1911, sus habitantes vivían las últimas bocanadas de la dorada Belle Epoque que concluyó con el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914.

El desarrollo del capitalismo había dinamizado la economía de Europa. En la Ciudad Luz, se habían adoptado nuevos esquemas de elegancia en los cafés, cines, galerías de arte, joyerías, salas de concierto, casas de moda y perfumerías; este refinamiento se hizo presente en la arquitectura de bulevares, casas, edificios y monumentos. París, desde las exposiciones universales de 1899 y 1900, se había consagrado como la capital mundial de la civilización y el progreso.

Los ricos del mundo viajaban a París para visitar sus grandes tiendas lujo, para conocer sus museos y recrearse en el famoso cabaret Moulin Rouge enclavado en el barrio rojo de Pigalle, lugar que fuera pionero del espectáculo nocturno junto con el Folies Bergere. Divertirse de noche en estos sitios resultaba una experiencia única y fascinante para los turistas, no existente por entonces en otras capitales del planeta.

Montmartre era el barrio del ocio, la bohemia y la creatividad artística. Allí confluían pintores como Amadeo Modigliani y Pablo Picasso, quienes con otros sus colegas revolucionarían el mundo de las artes plásticas. En los días que vivió Porfirio Díaz en París, también radicaba otro mexicano nativo de Guanajuato que sobrellevaba su existencia en condiciones de impactante pobreza, años después alcanzaría la fama como un talentoso muralista: Diego Rivera.

Y en París se iniciaría la serie de distinciones de que fue objeto Porfirio Díaz durante su exilio europeo. Fue recibido por algunas testas coronadas en sus lujosos palacios, se codeó con personalidades de la política del Viejo Continente, participó en diversos eventos de la aristocracia y del mundo artístico; escuchó frases elogiosas a su trayectoria de militar y estadista. Fotografías y crónicas periodísticas son su mejor testimonio.

Acérrimo partidario del sistema republicano, Clement Armand Failléres, quien figuraba como el octavo Presidente de la República de Francia (1906-1913) y que años atrás desempeñara el cargo de primer ministro, estaría picado de curiosidad por conocer a Porfirio Díaz cuando llegó a París. Seguramente, Failléres supo que el anciano militar oriundo de Oaxaca estuvo apresado por las tropas napoleónicas en el Colegio Carolino de Puebla, después de la caída de la ciudad en 1863, edificio del que se fugó después de descolgarse de un piso superior mediante una maniobra acrobática y muy peligrosa.

Por ese fantástico escape y otros que realizó en los que recurrió a diversos disfraces, José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, adquirió una personalidad de leyenda viva que magnetizaba miradas. El primer mandatario francés lo recibió en el Palacio del Elíseo, el 2 de julio de 1911, exactamente 4 años antes de su muerte. Las cortesías oficiales y personales de Failléres, continuarían después cuando le devolvió la visita al expresidente de la República Mexicana, en su domicilio temporal ubicado en el número 30 de la avenida Víctor Hugo; en esta finca, Porfirio y Carmelita fueron huéspedes por unos días de su amigo Eustaquio Calderón. (El Destierro. Autores: Enrique Krauze y Fausto Zerón Medina. Editorial Clío, Primera Edición. México. 1993)

EL HOTEL ASTORIA

Sobre la arbolada y exclusiva avenida de los Campos Elíseos, formando esquina con la calle Marceau, se erguía majestuoso el desaparecido Hotel Astoria a unos cuantos metros del emblemático Arco del Triunfo. El Héroe del 2 de Abril, lo eligió para fijar su residencia la que se vería interrumpida en ocasiones por sus salidas de recreo a las playas francesas, alternadas con otras escapatorias turísticas que realizó a países de Europa y África.

El Astoria, daba alojo a importantes personalidades del mundo de los negocios, la política y el arte que llegaban a París. Tenía un lujoso restaurante que en sus horas pico contaba con la presencia de una orquesta que musicalizaba el recinto, su famoso menú satisfacía las apetencias de sus huéspedes y visitantes con platillos de la alta cocina francesa e internacional. En este lugar, a diario se veía a Porfirio Díaz y su esposa ocupando una mesa durante las tres comidas, en algunas ocasiones acompañados de amigos y parientes.

El general Díaz ya se había aficionado en México a la gastronomía francesa. En sus días de gobernante había conocido a un extraordinario maestro de las artes culinarias, satisfactor de exigentes apetitos, era de origen galo y se llamaba Silvayn Daumont; fue nombrado jefe de la cocina del Palacio Nacional, sedujo con su sazón el paladar del caudillo.

El literato oriundo de Saltillo, Artemio de Valle Arizpe, nos da cuenta de él en una de sus tantas y amenísimas crónicas, lo pinta así: "Silvayn se constituyó en dictador culinario en los agradables asuntos de comer y beber e imponía su solo gusto, como el que mandaba en ese palacio imponía el suyo omnímodo en todo el país sin que nadie le chistara y se atreviera a atravesarle ni un tímido no". (Calle Vieja y Calle Nueva. Autor: Artemio de Valle Arizpe, Editorial Diana. México. 1985).

Carlos Tello Díaz, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Oxford, gran conocedor del pasado de su tatarabuelo Porfirio Díaz, señala que el matrimonio Díaz-Romero Rubio vivió la mayor parte de su estancia en París en el Hotel Astoria, después rentaría el departamento de la calle Bosques de Bolonia, donde finalmente murió.

Instalado preferentemente en la habitación número 102, Díaz Mori también estuvo alojado por un tiempo en otro cuarto del quinto piso a su regreso de Alemania. "La gente del hotel sólo lo conocía como l`homme du 102", escribió su tataranieto quien agregó que allí también vivían sus fieles empleadas domésticas, Juan y Nicanora (El Exilio. Un relato de familia. Autor: Carlos Tello Díaz. Edición de Cal y Arena. México. 1999).

Porfirio Díaz dejó el Hotel Astoria en los primeros meses de 1914. El que fuera su domicilio donde radicó la mayor parte de su exilio en París, sería requisado por el gobierno francés luego del estallido de la Primera Guerra Mundial para servir de hospital militar, como sucedió con otros edificios de la localidad. Sus habitaciones, fueron acondicionadas para atender heridos traídos de los diversos frentes de batalla, quienes eran atendidos por médicos y enfermeras nipones. Japón no entró a la guerra, pero ayudó a los ingleses y franceses con este tipo de personal, además de contribuir con equipo médico.

Terminado el conflicto bélico -explica Philippa Campsie en su texto de internet-, el Astoria sirvió como otros hoteles parisinos para ser sede de las discusiones sostenidas por los delegados internacionales que intervinieron en las Conferencias de Paz, en 1919; la delegación inglesa, estuvo integrada por cerca de 400 personas. Y frente al silente edificio del extinto Hotel Astoria, desfilarían las tropas alemanas de Adolfo Hitler al ocupar París, en junio de 1941

En el sitio donde existió el histórico Hotel Astoria funciona en la actualidad la firma comercial Publicis Drugstore. La gran mayoría de los peatones que hoy frente a ella transitan, desconocen que por las banquetas de esa esquina caminaba enhiesto casi todos los días de su exilio parisino y tomado del brazo de su esposa Carmelita, el general Porfirio Díaz, quien con mano dura gobernó a México por más de tres décadas.

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Vista panorámica de la elegante avenida de los Campos Elíseos a principios del siglo XX. A la derecha, se aprecia el desaparecido Hotel Astoria con su cúpula negra, donde Porfirio Díaz vivió la mayor parte de su exilio en París.
Vista panorámica de la elegante avenida de los Campos Elíseos a principios del siglo XX. A la derecha, se aprecia el desaparecido Hotel Astoria con su cúpula negra, donde Porfirio Díaz vivió la mayor parte de su exilio en París.

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