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Porfirio Díaz, en el centenario de su muerte

SIGLOS DE HISTORIA

General Gustave Leon Niox. En París, honores a Porfirio Díaz.

General Gustave Leon Niox. En París, honores a Porfirio Díaz.

Domingo Deras Torres, investigador histórico

Tercera Parte

En 1940, el cineasta Juan Bustillo Oro produjo la película En Tiempos de don Porfirio, que fue estelarizada por el inolvidable Joaquín Pardavé, y que constituyó un éxito de taquilla en la que también participaron el actor Fernando Soler y el cantante Emilio Tuero. La cinta es una recreación del México porfiriano en el elegante y glamoroso ambiente de su alta clase social, bosquejo musicalizado con románticas canciones y valses de la época, su argumento no se atrevió a exhibir las condiciones de pobreza en que vivía el pueblo bajo, mucho menos descarnó los vicios de su sistema dictatorial. El personaje de Porfirio Díaz, lo representó Antonio R. Frausto, un histrión que alternaría con grandes figuras de la época de oro del cine nacional; esta obra cinematográfica, motivó la añoranza del Porfiriato en los años de la Segunda Guerra Mundial.

EN EUROPA, CARAVANAS A PORFIRIO

Las distinciones que recibió Porfirio Díaz, durante su estancia en Europa, surtieron el efecto de un analgésico que le atenuó las dolencias del destierro que sobrellevaría hasta su muerte.

Recibido y exaltado por monarcas y presidentes, por hombres de negocios, miembros de la realeza, militares de alto rango y personalidades del arte y la política, la figura de Díaz Mori fue elogiada por la prensa del Viejo Continente. Cuando se sabía que aparecería en algún sitio, los periodistas ya estaban al acecho para entrevistarlo, lo inquirían sobre la situación política de México que vivía la lucha revolucionaria.

DISTINGUIDO POR LOS QUE FUERON SUS ENEMIGOS

Desde antes de su llegada a París, Porfirio Díaz había comentado a sus familiares su deseo de conocer la tumba de Napoleón Bonaparte, por el que sentía admiración y cuyos restos descansaban en el histórico edificio de Los Inválidos.

Los soldados galos que habían participado en la Segunda Intervención Francesa en México (1862-1867), supieron de sus intenciones y organizaron los preparativos para recibir al que fuera su enemigo en los campos de batalla, algunos de ellos se reencontrarían con el patriota mexicano que con bravura defendió a las Leyes de Reforma y a la república juarista

Figura central de aquel grupo de veteranos que recibieron al Héroe del 2 de Abril, era el Comandante del recinto de Los Inválidos, el general Gustave Leon Niox (1856-1921) quien gozaba de la admiración y respeto de los miembros del ejército francés. Niox, perteneció a la Guardia Zuava en 1863 y ese mismo año pasó a formar parte del Segundo Regimiento de Cazadores de África que participó en la invasión a México, en 1865 combatió en el Sitio de Oaxaca del que salieron victoriosas las tropas mexicanas al mando de Porfirio Díaz.

Durante la mañana del 20 de julio de 1911, Porfirio Díaz hizo su arribo al emblemático recinto de Los Inválidos, todas las miradas de los soldados franceses que pelearon en México se engancharon sobre su anciana figura; tenían frente a ellos al fiero león de Oaxaca. El decano de los periódicos parisinos, El Fígaro, en su edición del siguiente día 21 reseñó el relevante acontecimiento.

El general Niox, escoltó al general Díaz hasta la monumental tumba de Napoleón que admiró por varios minutos, luego lo llevó hasta la vitrina que guardaba la espada empuñada por el emperador de los franceses durante la histórica Batalla de Austerlitz, en 1805; hazaña bélica que lo lanzó a la fama. (Porfirio. El Destierro. Autores: Enrique Krauze y Fausto Zerón Medina. Editorial Clío. México. 1993)

El viejo militar francés abrió la puerta de la vitrina y tomó la espada de Napoleón, extendió sus brazos hacia el general Porfirio Díaz, ofreciéndosela, quien titubeante la observaba para luego tomarla entre sus rugosas manos. Las frases célebres pronunciadas en aquel momento por el general Niox, tienen visos de veracidad ante las decenas de testigos presentes en el lugar del evento, con firmeza y solemnidad sentenció: "Nunca ha estado en mejores manos".

HONROSA RECEPCIÓN EN MADRID

Porfirio Díaz y Carmelita fueron recibidos por el rey de España, Alfonso III y su esposa Victoria Eugenia, el 2 de abril de 1912 en el suntuoso salón rojo del Palacio de Oriente en Madrid. Al encuentro llegó el general Díaz elegantemente trajeado, cubierto por un abrigo negro, sombrero de copa y enguantado; en sus días de gobernante, llevó una excelente relación con la colonia española radicada en México.

Al día siguiente, 3 de abril, el diario madrileño ABC informó a sus lectores de la visita del Héroe del 2 de Abril a los reyes de España. En la página 6 de esta publicación, aparece la crónica de la comida ofrecida por los monarcas al expresidente mexicano, evento al que asistieron relevantes miembros de la realeza.

Un fragmento del texto, así detalla el encuentro: "Acompañaban al ilustre estadista su distinguida esposa (Carmen Romero Rubio), la duquesa de Montellano y el marqués de Villavieja. El general Porfirio Díaz permaneció media hora en la cámara regia, cumplimentó después a las reinas doña Victoria y doña Cristina y al salir hizo protestas de su amor a España y al rey, y de su gratitud a las reales personas por las atenciones que le habían prestado".

Despierta interrogantes que en la citada recepción estuvo presente María Cristina de Habsburgo, madre de Alfonso XIII, quien fuera reina regente de España durante la minoría de edad de su hijo. ¿La asaltó la curiosidad por conocer al que fue enemigo de su malogrado pariente Maximiliano? ¿Qué impresión tuvo de Porfirio Díaz, el invencible general defensor de Benito Juárez que no perdonó la vida del fallido emperador de México?

Por su parte, el también diario madrileño La Vanguardia en una nota más extensa y publicada en su página 7 de ese miércoles 3 de abril de 1912, relata el encuentro entre el general Díaz y los reyes hispanos. Dice la reseña que poco después de las doce del día llegó al Palacio Real, el famoso general mexicano al que la prensa calificó como "ilustre visitante", acompañado del duque de Montellano y el marqués de Villavieja.

La noticia, en uno de sus fragmentos, narra el encuentro que tuvo Porfirio Díaz con los reporteros a la salida del evento, quienes lo cuestionarían:

-"¿Es cierto que piensa fijar su residencia en España?" -lo interrogaron los periodistas.

-"Sobre eso no tengo nada que decir, probablemente sí". -respondió.

-"Y en este último caso ¿en qué punto?" -insistieron los comunicadores. Díaz Mori, les contestó: "El punto no lo sé, pero lo más probable es que sea Barcelona", -concluyó.

Cabe la posibilidad de que el general Díaz en un principio tuvo el proyecto de vivir en esa ciudad de Cataluña, pero finalmente decidió radicar en París, donde murió el 2 de julio de 1915. El que sí residió en Barcelona hasta su fallecimiento ocurrido en 1917, fue su amigo el coronel Carlos González Montes de Oca, quien a su lado peleó en la Batalla de Puebla de 1862 y que por su filiación porfirista se autoexilió en Europa. Desempeñó los cargos de jefe político en La Laguna de Coahuila y presidente municipal de la Villa de Torreón en 1894. Desde España, Montes de Oca viajó en varias ocasiones a la capital de Francia para visitar a Díaz Mori, estos datos yo los conocía y me los corroboró su bisnieto el gastroenterólogo José Luis González Silva.

El ya citado texto del diario La Vanguardia, publicado el 3 de abril de 1912, detalla que Juan Antonio Béistegui quien ocupó el cargo de embajador de México en España, le ofrecería esa noche una cena a Porfirio Díaz en su residencia madrileña; Béistegui, era propietario de un hotel localizado en el Paseo de la Castellana.

La Vanguardia divulgó en la misma nota a sus lectores que "mañana a la una de la tarde se celebrará un almuerzo íntimo en honor del general Porfirio Díaz, al que concurrirán además de las personas reales, los jefes de palacio, el capitán general señor Polavieja y los señores de Béistegui".

Durante su estancia en Madrid, el general Díaz se volvería a encontrar con Camilo García de Polavieja y del Castillo-Negrete, quien fuera el embajador especial de España para las Fiestas del Centenario de la Independencia de 1910, celebradas en la ciudad de México y donde se hicieron amigos. Al marqués de Polavieja, le fue participada una invitación departe de Alfonso XIII, para que asistiera al citado almuerzo que se ofreció a Díaz Mori en el Palacio de Oriente.

IMPREVISTO ENCUENTRO CON GUILLERMO II DE ALEMANIA

Para el verano de 1912, fueron anunciadas unas maniobras militares del ejército prusiano en la ciudad de Maguncia, Alemania. Enterado, Porfirio Díaz planeó viajar a esa población para presenciar el despliegue bélico, solicitó un pase que le fue concedido.

El evento militar se desarrolló el 21 de agosto de ese año, fue presidido por Guillermo II, quien al concluir el acto fue informado que entre la concurrencia se encontraba el expresidente de México. El emperador alemán, se dirigió al sitio donde estaba Porfirio Díaz acompañado de su esposa, le reclamó el por qué no le había avisado con anticipación su presencia para haberle dado un trato distinguido.

Díaz Mori y el monarca germano, sostuvieron una improvisada conversación que duró algunos minutos, su tataranieto Carlos Tello Díaz escribió que la entrevista quedó citada en un documento oficial. Guillermo II corrió la misma suerte que el Héroe del 2 de Abril, abdicó en 1918 y vivió exiliado en la población de Doorn, Países Bajos, donde falleció en 1941. (El Exilio. Un Retrato de Familia. Autor: Carlos Tello Díaz. Editorial Cal Arena. México. 1999).

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Los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Anfitriones de  Porfirio Díaz en el Palacio Real de Madrid.
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El marqués de Polavieja. Reencuentro con don Porfirio en Madrid.
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