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La misión de San Pedro de La Laguna

SIGLOS DE HISTORIA

Últimos registros parroquiales de San Pedro. Bautismos realizados en “El Bay- cucu y Xononotoca”. 1681.

Últimos registros parroquiales de San Pedro. Bautismos realizados en “El Bay- cucu y Xononotoca”. 1681.

Gildardo Contreras Palacios

Para: Profr. José Reyes Mireles López. In Memoriam

Quinta y última parte. - La retirada y extinción de la Misión de San Pedro

Algunas de las causas por las que los asentamientos creados por los jesuitas en la región de Parras y de La Laguna de San Pedro no llegaron a consolidarse plenamente, fue el comportamiento nada adecuado de algunos de los clérigos diocesanos para con los naturales de la región; por ello, el 30 de septiembre de 1682, en el real de Minas de Sombrerete, el obispo de Durango, Fray Bartolomé García de Escañuela, expidió un decreto dirigido al cura interino de San Pedro de La Laguna y San José de las Habas, José de Zamora, para que se sujetara a ciertas reglas de conducta en su trato para con los indios laguneros. La resolución se envió al Padre Francisco de Argüello y Medrano, cura y juez de comisión nombrado para el Valle de Santa María de las Parras, para que lo diese a conocer al Padre Zamora.

El Obispo Escañuela, expidió el decreto, basado en los autos de las declaraciones de los indios laguneros feligreses de la parroquia de San Pedro de la Laguna, representados por don Agustín Cango, indio principal cacique y de José de la Rocha, quienes dijeron que su cura interino José de Zamora, clérigo presbítero de este obispado, "no les era propicio" y pidieron le pusiera algún remedio a este problema.

En el citado decreto el Obispo Escañuela, recomendó lo siguiente: Que el cura Zamora, restituyese las campanas y la residencia parroquial al lugar y sitio en que estaban, antes de irse a radicar a la hacienda de Andrada, y que se le daría pena de excomunión mayor, con apercibimiento a fijación y rotulación en la tablilla de excomulgados, y de dos a tres meses de prisión en la torre de la Catedral de Durango, si cometía las siguientes infracciones: Que por ningún motivo, aunque fuese de pecado público y de pública embriaguez, se castigase por propias manos a ningún indio, ni india, anciano, ni de poca edad, con golpes de manos o de pie, o de cualquier instrumento; que no cortase pelo alguno con cuchillo ni tijeras a indio o india alguna. Igualmente se le ordenó al padre Zamora, que a don Agustín Cango, a José de la Rocha y acompañantes, que fueron a la presencia del obispo, no se les maltratare de obra o palabra y que al contrario, los debería agasajar, cuidar y estimar con especial cuidado de esa fecha en adelante.

Asimismo se le ordenó, que si algún indio tuviese defectos en su comportamiento, se informara a sus autoridades, para que ellos procediesen de la mejor manera. De igual forma, se ordenó al br. Zamora, que por los bautismos, casamientos y entierros, no cobrase ningún derecho a los indios, y que no pidiese capillos ni velas en los bautismos de los indios; para ello se le enviarían media docena de capillos y algunas velas para que se les proporcionase.

El día 7 de octubre de 1682, el br. Arguello y Medrano hizo comparecer al padre Zamora, para darle a conocer el comunicado del Obispo Escañuela y se le dio la orden para que ese mismo día retornase a la parroquia de San Pedro de la Laguna y sin dilación alguna restituyese las campanas y ornamentos a la parroquia de San Pedro, las que sin justificación clara y plena se había llevado a la hacienda de Andrada, en las cercanías de Parras.

Un día después, 8 de octubre, los principales indios laguneros y vahaneros que dijeron llamarse don Bernabé Corral, gobernador lagunero; Pedro Blancarte y Andrés, alcaldes; Juan Salas, regidor; Joseph, alguacil mayor, todos ellos laguneros y don Martín Flores, gobernador vahanero, después de haber escuchado el comunicado del Señor Obispo Escañuela expresaron: que se habían trasladado al puesto denominado de Andrada por consejos del señor Alcalde Mayor de Parras, para estar más cerca de dicho pueblo y poder recibir la ayuda necesaria en caso de algún ataque de los indios tobosos sus enemigos, ya que tenían noticias, que estaban rancheados en las cercanías, y que aunque habían venido a ofrecer la paz, no se atrevían a volver a sus tierras, porque desconfiaban de ellos ya que en todas las veces que les habían ofrecido la paz, siempre habían quebrantado su promesa y eran de poco fiar, por lo que temían por sus vidas, en manos de dichos enemigos traidores. Dijeron que su deseo no fue despoblar San Pedro de la Laguna, sino solo el de proteger sus vidas y las de sus familias. Por ello, pidieron se suspendiera la orden del obispo Escañuela de regresar a San Pedro, hasta en tanto no se firmase una paz más duradera con el enemigo. Ninguno firmó porque no sabían hacerlo. Como intérprete en el acto figuró don Martín Flores, gobernador que era indio ladino de la laguna de lengua castellana. Vemos que los naturales de San Pedro, aún eran muy versados en la lengua castellana.

Con tales declaraciones de los caciques laguneros y vahaneros, el br. Arguello, ordenó se suspendiera de momento la orden dada al padre Zamora, por lo que el regreso a San Pedro, sería para tiempo posterior. En el acto se le entregaron a dicho bachiller, 6 capillos de bretaña y 8 velas de cera de media libra, enviados por el obispo para utilizarse en los bautismos de los indios.

La situación aparentemente se tranquilizó por algunos meses, y no fue sino hasta el 16 de agosto de 1683, cuando el br. José de Zamora compareció en el pueblo de Parras, ante el teniente de alcalde mayor y capitán aguerra del pueblo de Parras y de la Laguna de San Pedro, don Rodrigo García, para informarle que el 11 de agosto anterior, llegó a San Pedro, el español José de Maia, con otros españoles y alguna otra gente, con una orden suya, para que los indios laguneros se retirasen de dicho pueblo, hasta las goteras de Parras, en compañía de sus mujeres e hijos.

El motivo de la citada orden, fue que los indios tobosos que meses antes se habían manifestado estar en paz y en doctrina, se habían retirado del pueblo de San Pedro y se temía un ataque de los mismos. Los citados indios como ya lo dijimos anteriormente, eran muy "belicosos, crueles y de mal natural, matadores y robadores"; eran enemigos de los laguneros, porque según ellos, los laguneros, habían servido a los españoles como guías y espías en las campañas en su contra, en su territorio situado en el territorio del Bolsón de Mapimí.

Claro es que en la región de la Laguna, no había milicia del gobierno que sirviese de defensa del territorio, por lo cual, resulto mejor para los pobladores de San Pedro, acudir al auxilio de los vecinos de Parras, en caso de sufrir algún ataque por parte de los Tobosos, como era común que sucediera y por ello se habían retirado a la hacienda de Andrada. Dijo que en uno de los anteriores ataques, bien pudieron haber muerto todos, a no ser por la ayuda de algunos españoles avecindados en San Pedro, que les aconsejaron refugiarse en la iglesia, para de allí repeler la agresión sufrida. Lo anterior lo comunicó el capitán Rodrigo García a las autoridades eclesiásticas de Durango y por ello habían ordenado la evacuación del pueblo de San Pedro.

El 31 de agosto siguiente, el obispo Escañuela, agradeció a la justicia de Parras, su intervención por haber asegurado la vida del párroco y de sus feligreses, e hizo hincapié para que éste acontecimiento, no fuese pretexto de las autoridades civiles de Durango, y en su caso el señor Gobernador de la Nueva Vizcaya para que separase al clero secular del beneficio del pueblo de San Pedro. Situación que ya se había presentado con anterioridad pero no había prosperado por la defensa que el obispo hizo ante las autoridades y cabildo de Guadalajara. Este fue el fin de la Misión de San Pedro de la Laguna, cuya existencia se extendió por cerca de 90 años.

En el año de 1786, el padre José Dionisio Gutiérrez, cura propietario de Parras, en un informe enviado al obispo de Durango, don Lorenzo de Tristán, le llegó a comentar lo siguiente sobre la desaparición de San Pedro de la Laguna:

"…A principios del siglo pasado, consta en los libros de la parroquia, se empezó la reducción de los indios laguneros, por dos padres jesuitas que se establecieron en Parras y repartieron dicha reducción por el inmenso terreno de la Laguna o Bolsón…". Más adelante dice: "…la vulgaridad y relación que aquí me hicieron los jesuitas en el tiempo que los alcancé, daba por asentado que el motivo de haberse despoblado el "País de la Laguna o Bolsón", de los innumerables indios que lo habitaban, alzándose y remontándose para el interior de dicho Bolsón (de Mapimi) hacia el norte, había sido la inmadura entrega de sus misiones y establecimientos de los doctrineros seculares y también asentaban, que dicho levantamiento y hostilidad consiguiente (que en verdad fueron muchas), dieron fundamento a la extinción de doctrineros de San Pedro o San José de las Habas…". (Informe del Padre Gutiérrez en Contreras P… Antecedentes…1992.)

Para el caso, el padre Dionisio en su escrito, solo se refirió al territorio ocupado por la Gran Laguna, en donde se creó la primitiva misión de San Pedro, región que era una continuación hacia el sur de los terrenos conocidos como del Bolsón (de Mapimí); es claro que su intención no fue referirse a otro sector o parte de la hoy llamada "Comarca Lagunera", sino únicamente a aquel territorio lacustre, perdido en la inmensidad del septentrión de la Nueva España. Esa mención que hace de "País de la Laguna o Bolsón" (nunca dice sólo "País de la Laguna"), es clara y precisa porque no todo el territorio que comprende la hoy Comarca Lagunera, se puede considerar como parte de dicho Bolsón; dicha frase la menciona por esa única vez y nunca más la vuelve a mencionar, porque en realidad fue un "palomazo que le salió al vuelo" (una golondrina no hace verano, dicen por allí) porque era un apelativo hacia la región de la Laguna de San Pedro, totalmente inusual en esa y todas las épocas anteriores. En otras citas menciona solamente "País", para hacer clara referencia solo a la región del Bolsón de Mapimí.

Ni historiadores ni cronistas de la época, anteriores y posteriores, utilizaron dicho título de "Pais de la Laguna" en los escritos que nos han legado. En cerca de 30 años que tengo, investigando documentos relativos a la Región de Parras, la Laguna y Río de las Nazas, jamás he localizado alguno en que se utilice dicho nombre para denominar a la región que nos ocupa. Sin temor a equivocarme puedo decir que ni los jesuitas en sus Anuas, ni de la Mota, ni Pérez de Rivas, ni Alegre, ni Morfi, ni Tamarón, ni Lafora, conocieron y menos utilizaron dicha denominación, simple y sencillamente porque no existía. Lo mismo sucedió con investigadores posteriores como: Esteban L. Portillo, Alessio Robles, Decorme, Martínez del Río, Churruca, etc. La Laguna, ni "Provincia" ni "País", sólo un sitio desolado con una gran laguna en el norte Novohispano, a la que hicieron referencia en sus escritos y en su tiempo Felipe II y don José Dionisio Gutiérrez, cuyas palabras y citas, hoy desgraciadamente se han tergiversado.

Para cerrar agrego solamente que: la desaparición de la misión de San Pedro, constituyó un rotundo fracaso poblacional en la región de la Gran Laguna y sus contornos; fue un largo proceso, iniciado y mantenido exitosamente por el entusiasmo y sacrificio de los misioneros jesuitas por cerca de medio siglo, y desgraciadamente exterminado por la avaricia y molicie de otros. Después de ello, la región que nos ocupa, quedó más desolada y abandonada que en sus inicios, situación que prevaleció por muchos años más, y se solventó en algo, con la fundación del pueblo de San José y Santiago del Álamo en el año de 1731.

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P. Hernando de Tovar, S.J., martirizado en Sta. Catalina, Dgo., en noviembre de 1616; estuvo en Parras y La Laguna en 1608 - 09. (Decorme… La Obra…).

Últimos registros parroquiales de San Pedro. Bautismos realizados en "El Baycucu y Xononotoca". 1681.

BIBLIOGRAFÍA:

Gildardo Contreras Palacios. Antecedentes a la Fundación del Torreón. 1992. Págs. 24-39.

Archivo María y Matheo de Parras. Expedientes. 510 y 512. De indios Laguneros y Tobososo.1682 y 1683.

José Dionisio Gutiérrez. Biblioteca Nacional. Fondo Franciscano. Informe sobre Parroquia de Parras. 1786.

Gerard Decorme S.J. La Obra de los Jesuitas Mexicanos. Tomo III. 1941.

P. Hernando de Tovar, S.J., martirizado en Sta. Catalina, Dgo., en noviembre de 1616; estuvo en Parras y La Laguna en 1608 - 09. (Decorme… La Obra…).
P. Hernando de Tovar, S.J., martirizado en Sta. Catalina, Dgo., en noviembre de 1616; estuvo en Parras y La Laguna en 1608 - 09. (Decorme… La Obra…).

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