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Dolores del Río en Nazas

SIGLOS DE HISTORIA


Dolores y Jaime. El gran proyecto algodonero que daría cuantiosas riquezas a Jaime, en Nazas, no se realizó.

Dolores y Jaime. El gran proyecto algodonero que daría cuantiosas riquezas a Jaime, en Nazas, no se realizó.

Domingo Deras Torres

(Segunda Parte)

Dolores Asúnsolo y López Negrete y Jaime Martínez del Río y Vinent, se conocieron en un baile e iniciaron un noviazgo que duró breve tiempo y contrajeron matrimonio el 11 de abril de 1921 en la capital mexicana. Al día siguiente, apareció la crónica del elegante evento social en el periódico Excélsior, los apellidos de los invitados en su mayoría pertenecían a la antigua élite porfiriana. Su viaje de bodas tuvo como itinerario las principales ciudades de Europa. Cuando regresaron a México, él tomó la decisión de establecerse en su hacienda Las Cruces en Nazas, cultivaría algodón para alcanzar una fortuna similar a las de Rafael Arocena y Arbide, Feliciano Cobián y Santiago Lavín Cuadra.

LOS MARTÍNEZ DEL RÍO (continuación)

La familia Martínez del Río poseyó muy grandes extensiones de tierra en el territorio nacional, su latifundio más grandioso fue la hacienda Santa Catalina del Álamo, en Durango. Y el más pequeño era el rancho La Hormiga -de aquí su denominación- en el Valle de México, en cuyos terrenos hoy se levanta la Residencia Oficial de los Pinos como anoté.

Santa Catalina del Álamo tenía una impresionante superficie de 412,000 hectáreas. Ocupaba gran parte de los actuales municipios de Guadalupe Victoria, Cuencamé, Peñón Blanco y Nazas. Su papelería lució la siguiente membresía: "Hacienda de Santa Catalina del Álamo y Anexas". Dentro de su vasto territorio estaban comprendidas sus filiales haciendas El Álamo, Covadonga, Las Mercedes, Pasaje, Guadalupe y Las Cruces.

LA HACIENDA "LAS CRUCES"

Seguramente, quien mejor logró describir a la desaparecida hacienda Las Cruces en su fisonomía fue el inglés Patrick O´Hea en sus memorias, quien procedente de la ciudad de México a ella arribó como su administrador a finales de 1910.

O´Hea, escribió: "El ´casco´ del rancho donde estaban las habitaciones, los establos y las oficinas, se hallaba un poco en alto, por lo que se dominaban de lejos las curvas del río Nazas". Y detalló el cerrito adyacente de grandes rocas y posicionado frente a la casa grande de la hacienda, donde en tiempo pasado alguien fijó una gran cruz, de aquí el nombre de "Cruces" que se le dio al sitio.

Patrick rendía informes financieros del latifundio a la familia Martínez del Río, radicada en México, una de sus integrantes con quien sostuvo nutrida correspondencia fue con Bárbara Vinent de Martínez del Río, madre de Jaime y suegra de Dolores.

En los días de la revuelta revolucionaria allí conoció a los generales villistas Calixto Contreras y Severino Ceniceros, trató a Pancho Villa cuando fue funcionario de la Jabonera La Esperanza en Gómez Palacio, en 1914.

Acontecida la rebelión de Pascual Orozco, en 1912, llegaron a Pedriceña procedentes de México tropas maderistas a combatir a los insurrectos. Esta fuerza militar operó en Durango y pernoctó en la hacienda Las Cruces. A su mando iba el que después se transformó en el siniestro general Aureliano Blanquet, quien traicionaría junto con Victoriano Huerta al presidente Madero en febrero de 1913.

Blanquet, se presentó ante el administrador de Las Cruces de manera muy cortés solicitando alojo y víveres para sus soldados y la caballería, su estancia duró varios días; el inglés accedió, previo acuerdo de que los gastos los pagaría el gobierno maderista.

Patrick O´Hea, se enteró que su huésped Aureliano Blanquet había formado parte del pelotón de fusilamiento del fallido emperador Maximiliano, ejecutado en Querétaro el 19 de junio de 1867; fue quien le dio el tiro de gracia.

-¿Es cierto que usted fue uno de los que fusiló al emperador Maximiliano? -intrigado lo inquirió O´Hea.

Blanquet, respondió afirmativamente. Desabrochó algunos botones de su traje militar para sustraer la moneda de oro que el malogrado monarca dio a cada uno de los soldados del pelotón de fusilamiento, el inglés en silencio la contempló convencido. (Reminiscencias de la Revolución Mexicana. Autor: Patrick O´Hea. Introducción y Notas de Graciela Altamirano Cozzi. Edición del Instituto Mora. México. 2012).

DOLORES Y JAIME EN LA HACIENDA LAS CRUCES

La luna de miel de Jaime y Dolores duró un año y medio por Europa. Martínez del Río y Vinent había dejado encumbradas amistades que databan de su época de estudiante en el viejo continente. Poseedor del código de urbanidad de un refinado aristócrata, hablaba con fluidez varios idiomas, conversador amenísimo dominaba temas del arte y la cultura, su carismática sonrisa enganchaba simpatías.

En España, Dolores bailó en el Hospital de Carabanchel ante los reyes Alfonso XIII y María Eugenia, la reina le obsequió su retrato con una cariñosa dedicatoria que la actriz colocó en la sala de su residencia y lo presumía a sus visitantes. Jaime la presentó con sus amigos los duques de Medinacelli y el duque de Alba, ella comprendió que el protocolo de la alta sociedad europea, era muy diferente al de su patria.

De regreso en México en 1922, Jaime proyectó dedicarse al cultivo del algodón en la Hacienda Las Cruces, en Nazas. Había escuchado fantásticas historias sobre las grandes fortunas logradas con el oro blanco por los hacendados españoles en La Laguna, decían que algunos de ellos eran tan ricos que mandaron edificar fastuosas mansiones en sus lugares de origen en España.

Ambicionaba desarrollar un papel independiente y demostrarse a sí mismo, y a su familia, que con inteligentes esfuerzos lograría convertirse en un caballero millonario; realizado su sueño, se iría con Dolores a vivir a Europa.

Las tierras de la hacienda Las Cruces, eran las más fértiles del latifundio de Santa Catalina del Álamo, colindaban con las riberas del río Nazas. Los Martínez del Río construyeron la Presa Las Mercedes en 1904, cercana a Pasaje, su cortina es de cantera y el cuarto de la compuerta está coronado por una torre de estilo europeo; aún funciona. Con esta obra hidráulica planearon sembrar cientos de hectáreas de algodón, la revolución y los repartos agrarios, liquidaron el proyecto.

Los recién casados descendieron de un vagón del Ferrocarril Internacional Mexicano en la Estación de Pedriceña, a principios de 1923, fueron conducidos en un carruaje de tracción animal a su nuevo hogar en la casa grande de Las Cruces. Jaime, emocionado, le había prometido a Dolores: "¡En el rancho vamos a ganar muchos, muchos millones!"

Dolores relataría décadas después: "Caminaba yo por el campo, hablaba con la gente, me acordaba de los sembradíos de habas. Jaime tenía la ilusión de ganar muchos millones para continuar su vida palaciega europea que añoraba profundamente; a su juicio, la vida en el campo era fúnebre". (Dolores del Río. Autor: Aurelio de los Reyes y García Rojas. Fernández Cueto Editores, S.A. de C.V. México. 1996).

Cuando se hartaban del silencio y la soledad del campo, Jaime y Dolores tomaban el tren en Pedriceña con rumbo a Durango la mayoría de las veces, en otras ocasiones viajaban a Torreón donde se vivía una época de bonanza. El exceso de dinero era deslumbrante en sus tiendas, hoteles, restaurantes y en las fiestas de los ricos en el Casino de La Laguna.

Durante su residencia en el municipio de Nazas, el matrimonio Martínez del Río Asúnsolo hizo amistad con el hacendado Rafael Torres Saldaña, vecino de Paso Nacional (antes El Conejo). Era viudo, vivía acompañado de su nuera también viuda Antonia González de Torres (mi tía bisabuela) y sus nietos Ángel, Rafael, Francisca, Concepción y Altagracia, hijos de Antonia y Pablo su hijo.

A esa casa, y procedente de Pasaje, iba a vacacionar con su tía y primos hermanos mi abuela materna Felícitas González Lozano (1902-1994), Tenía sus raíces familiares por el lado de su madre en Paso Nacional, ellos me dieron la tradición oral sobre la presencia de Dolores del Río y su esposo en Nazas, además de la que obtuve de otros extintos lugareños.

"Dolores del Río era un poco menor que yo. Tenía el porte de una mujer joven muy guapa y esbelta, llegaban ella y su marido montados a caballo a la casa de don Rafael Torres Saldaña; lucía elegantes trajes de montar. Don Jaime era un señor muy educado y caballeroso, siempre sonriente", me relató mi abuela.

Mi tía Concepción Torres González, platicaba: "Pasaban don Jaime y Dolores del Rio frente a nuestra casa ubicada en la calle principal de Paso Nacional, a caballo y seguidos de varios de sus empleados y sirvientes, cuando iban o regresaban de Nazas. Recuerdo que él era un hombre de frente amplia y escasa cabellera".

Muy conocido en esa época fue José Torres Duarte, también convivió con el matrimonio Martínez del Río Asúnsolo. Frente a la casa grande de su hacienda San Antonio construyó un gran molino de harina, de este producto se surtían todos los habitantes de la región, el viejo edificio existe abandonado y es vestigio de un pasado productivo.

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Dolores del Río jugando con un cachorro de jabalí, en la hacienda Las Cruces en Nazas.
Dolores del Río jugando con un cachorro de jabalí, en la hacienda Las Cruces en Nazas.

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