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Moreleando en Torreón

SIGLOS DE HISTORIA

Morelos y Treviño.

Morelos y Treviño.

MAESTRA SILVIA CASTRO ZAVALA

Morelear fue una actividad importante para los jóvenes de nuestra ciudad.Hoy que el paseo lagunero ha vuelto con renovados bríos, me di a la tarea de buscar testimonios sobre el paseo y sus orígenes.

El ser humano busca siempre en su entorno un lugar donde distraerse, socializar y divertirse. En el caso de Torreón, los testimonios más antiguos hablan de que la plaza que dividía las estaciones del ferrocarril se convirtió en el paseo preferido de los primeros torreonenses. Era el lugar ideal para ver llegar e irse a quienes visitaban o habitaban en la pequeña congregación. Tulitas, la hija del Ing. Federico Wulff recuerda: "Papá estaba en la estación para recibirnos, junto con prácticamente, toda la gente del pueblo, ya que el arribo diario del tren era todo un acontecimiento."

La población contaba con un solar destinado a plaza pública el cual, en 1896, fue dotado de fresnos traídos del Valle de Allende en el estado de Chihuahua. Tulitas lo recuerda como "el único lugar verde en Torreón." En 1902, Sigfrido Buchenau donó cuatro hermosas fuentes de bronce. El libro "Torreón" de Jacobo M. Aguirre, editado ese mismo año, consigna: "El principal (paseo) es el hermoso jardín llamado Plaza 2 de Abril. Todos los corredores están enladrillados y tienen bancas de fierro y madera. Posee un elegante kiosco. Los camellones del jardín están dispuestos con gusto y arte, sembrados de exquisitas flores y zacate inglés ; los árboles están bien distribuidos siendo fresnos casi en su totalidad. El Ayuntamiento cuida con mucho empeño este primoroso jardín."

Jacinto Faya recordaba aquellos paseos por la plaza y por la Morelos aún sin arreglar: "La muchachas volteaban a vernos, lo mismo nosotros al oír taconear a una muchacha, que a veces lo hacía con armonía y si era esbelta y delgadita pa' que te digo. No había el alumbrado con luminarias de las de hoy. Se usaba en medio de cada boca-calle un foquito chiquito que alumbraba apenas el piso. (…) Por fas tardes pasear los la Hidalgo (oír las audiciones), la Juárez y la Morelos. En la noche reunión en la plaza los que no tenían novia. Los domingos y fiestas la serenata amenizada por la banda de música municipal, que lo hacía con mucho profesionalismo. Dos bandos, afuera las niñas y niños bien. Más al centro el pueblo (…) Los padres y madres de las chicas, las vigilaban sentados en las bancas cuidando sus retoños. Cuando llegaron los automóviles muchos de los paseantes daban vueltas alrededor de la plaza los domingos a mediodía y al anochecer." En otro artículo, Faya recuerda: "caminábamos por la avenida Morelos hasta la Plaza de Armas donde cada domingo había serenatas con la orquesta municipal. Y a dar vueltas y vueltas, las muchachas por dentro del andador y los chavos por el lado de la calle. Y afuera de estos corredores instalaban unas sillas para los que miraban o platicaban sentados. Estas sillas se cobraban, me parece que a $0.25. Había vendedores de gardenias (…) que los galanes comprábamos para regalarlas a nuestras amigas o posibles novias. Ellas, ruborizadas, las aceptaban."

En febrero de 1923, la recién estrenada administración municipal de Nazario Ortiz Garza, promovió como primer proyecto de gobierno el de convertir a la Morelos en un hermoso boulevard. Las autoridades municipales solicitaron la cooperación de la sociedad y ya que ésta fluyó con lentitud, así se desarrollaron los trabajos. Entonces, se interpusieron los conflictos políticos derivados de la sucesión presidencial del país y de la rebelión delahuertista. El gobernador fue desconocido por la legislatura local y se nombró a un sustituto. Los ayuntamientos fueron leales al gobernador constitucional y ello trajo la deposición del ayuntamiento local, en noviembre de ese año y el nombramiento de un nuevo presidente municipal que siete meses después también fue removido.

Conforme pasaron los meses y los trabajos no avanzaban, el Club Rotario hizo suyo el proyecto de pavimentación del primer cuadro de la ciudad y consiguió que las autoridades estatales decretaran un impuesto a la propiedad urbana, que sería único y un impuesto de diez por ciento adicional a los impuestos estatales y municipales así como la contribución que pagaban los vehículos, para allegarse fondos para la pavimentación, Se organizaron kermesses y tertulias para incrementar los fondos necesarios. Así mismo se ordenó la formación de una Junta de Mejoras Materiales encargada de administrar e invertir el producto de aquellos impuestos especiales. Se tuvo que considerar así mismo la necesidad de embovedar el canal de la Perla en donde cruzaba las calles y el alcantarillado de la zona a pavimentar. De modo que a fines de diciembre de 1924 llegaron los equipos de la compañía pavimentadora, International Willite.

Plácido Vargas, presidente de la Junta de Mejoras Materiales, decidió seguir el proyecto que había quedado pendiente de hacer de la Morelos un hermoso boulevard. Se consiguieron donativos importantes de empresas locales y de particulares, y así continuaron los trabajos. Eduardo Guerra en su libro "Historia de Torreón" relata: "personalmente don Plácido Vargas plantó las hoy hermosas palmeras. Lo más costoso de esta obra fue la instalación subterránea de la luz y los arbotantes que la sustentaron."

La inauguración de todas estas mejoras fue uno de los eventos principales de la primera Feria del Algodón, en septiembre de 1925. El domingo 6, la reina de la Feria del Algodón, Elvira Torres, puso en funcionamiento el alumbrado de la recién pavimentada avenida. Eduardo Guerra nos describe el hermoso aspecto de la Morelos: "el boulevard se vio de atrayente aspecto. Su camellón central con prados de pasto inglés, sus arbotantes sustentados por columnas metálicas pintadas de aluminio sustentando cada una tres globos, siendo tres los arbotantes de cada calle." Después de la breve ceremonia, se organizó un paseo de automóviles y una batalla de flores, confetti y serpentinas. La reseña de este diario relata: "numerosísimos fueron los vehículos de todas clases y categorías que tomaron parte en el desfile. La batalla no fue muy animada que digamos, pero no faltó quien arrojara, principalmente a la reina y a sus princesas, flores y confeti".

Días después de la inauguración, un editorial de El Siglo ponderaba enormemente la importancia de la iniciativa privada y de cómo "en este año se ha hecho más por Torreón, que en los veinte anteriores" y dicha transformación era debida a la iniciativa de particulares. No sólo se estaba logrando la pavimentación de las principales vías de la ciudad sino que también se habían hecho trabajos ornamentales. La Morelos se había convertido en "una avenida rutilante, hermosa, modernizada con un magnífico alumbrado, que es un orgullo, un orgullo legítimo para Torreón".

Durante su retorno a la presidencia municipal en 1927, Nazario Ortiz Garza decidió proseguir los trabajos de embellecimiento de la Morelos. Para lograrlo buscó el apoyo de particulares, empresas e instituciones. Al principiar la avenida, en su cruce con la Múzquiz, se levantó un obelisco de granito; en los veinte cruceros del bulevar se levantaron pequeñas glorietas en cuyo centro se alternaban "estatuas alegóricas o artísticos jarrones". El boulevar remataba en la Alameda, en una fuente monumental en forma semicircular rematada con una gran escultura, copia de El Pensador de Miguel Ángel. Esta réplica y las estatuas eran obra del escultor Fernando Toriello. Tanto El Pensador como las estatuas y jarrones estaban modelados en yeso y talladas en piedra artificial.

Tulitas Wulff recordando un viaje de su hija a Torreón, nos dejó un retrato de aquella Morelos y de la percepción que algunas personas tenían sobre las estatuas y que llevó a su posterior remoción: "Evelyn regresó de visita a Torreón y a Tlahualilo en 1927 ó 28 y encontró que la ciudad había crecido considerablemente. Incluso tenía una calle pavimentada, una prolongada avenida con un camellón en medio. En cada intersección había una estatua. Algunas de ellas eran históricas, otras patrióticas y algunas otras, francamente eróticas, incluyendo la estatua de una pareja desnuda encorvada en un intenso abrazo. Un día de fiesta llegó, y a alguien se le ocurrió la idea de poner banderitas mexicanas en las manos de varias de las estatuas, incluyendo a la de los amantes. Estaba de moda entre los jóvenes, manejar sus autos, de arriba a abajo por la avenida toda las tardes, y el general Escobar, quien comandaba la guarnición militar en Torreón, también lo hacía. Un año o dos más tarde, él inició su propia revolución, pero ésa, por fortuna, no duró mucho tiempo."

silvia.castro.zavala @gmail.com

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