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¿Educar o Instruir?

SIGLOS DE HISTORIA


Medallas que se entregaban a los alumnos por sus destacadas participaciones en distintas áreas.

Medallas que se entregaban a los alumnos por sus destacadas participaciones en distintas áreas.

Yamil Darwich

Un alto número de ciudadanos laguneros y de diferentes partes de México, aún del extranjero - principalmente el sur de los EUA - estamos festejando el aniversario número ochenta del Instituto Francés de La Laguna

Institución educativa que se reconoce como un referente de la calidad de enseñanza en la Comarca Lagunera, que sentó las bases regionales - 1939, a la fecha - para diferenciar lo que ahora los educadores llaman educar y/o instruir.

Describiendo de manera sencilla: instruir es enseñar a hacer - habilidades y competencias para el trabajo - y educar es darle al actuar del educando el sentido para la vida, incluyendo los porqués y para qué se hacen las cosas; motivar al servicio, la filantropía, solidaridad y subsidiaridad, para ser útiles socialmente. En eso podemos diferenciar a unas de otras escuelas y el IFL está atendido por educadores.

Es muy emocionante saber de reuniones de ex alumnos, tanto entre amigos ex condiscípulos de generación como masivas, en las que dedican su convivio a recordar sus trajines y andanzas de la época como alumnos del IFL y, en todas las ocasiones, siempre explotan en la mesa las sonrisas y carcajadas recordando peripecias y aventuras de niños y jóvenes que aprendieron valores, siendo ahora profesionistas, empresarios, comerciantes, industriales y, por lo general, hombres y mujeres de bien.

A últimas fechas se han sumado egresadas que, igualmente - o quizá más - sobresalen en sus respectivos campos laborales y sociales. Ellas, dignas representantes de la mujer lagunera, son grandes profesionistas, madres, esposas, compañeras, amigas y tienen otras muchas cualidades que nosotros, los varones, no poseemos.

Yo me reúno con mis amigos "del Francés" y en repetidas ocasiones ponemos a discusión sobre la mesa: ¿qué es lo que los hermanos lasallistas hicieron para enamorarnos así del colegio?

Tengo mis propias respuestas, que quiero compartir con Usted; claro que será desde mi perspectiva - gradué en 1971 -

Aquel era un Instituto Francés con alrededor de dos mil estudiantes, desde primaria hasta su bachillerato - diferente al concepto de preparatoria - incluyendo a los famosos internos, quienes en anécdotas se guisan aparte.

Aquel era un colegio con numerosos hermanos lasallistas, quienes moraban en su propia casa - "la casa de los hermanos" - que llegaba a ser insuficiente en habitaciones; ellos atendían las actividades académicas y otras co-curriculares, - de cultura y deporte - hasta extra-curriculares - incluya recreación y viajes de estudios.

Esa era una particularidad muy importante, ya que ellos nos conocían a fondo, seguramente intercambiando información de nosotros y actuando en consecuencia, para atender nuestras necesidades de educación en forma particular. Confieso: ¡yo, siempre les di trabajo extra!

La exigencia académica era grande, siempre dándole un sentido humanista y cristiano. Entre los egresados, no resultará ajeno aquello de las "tardeadas" y hasta los estudios de fin de semana para quienes no teníamos un adecuado desempeño escolar.

- "Mmmm… castigado", nos decía Monsieur Paul.

Los buenos hábitos se practicaban en todo momento; desde hacer fila ordenada y en silencio antes de entrar al salón de clases, atendiendo el cuidado de nuestra presentación personal, incluido corte de pelo y uniforme.

En aquellos tiempos vivimos una disciplina semi-militarizada, que se reflejaba en el desempeño de las bandas de guerra y "la tropa" en los desfiles cívico militares.

Esa particularidad en la educación, fue una inversión que ahora todos capitalizamos en nuestra vida cotidiana.

Al respecto, recuerdo una anécdota: siendo el sargento de tambores de la banda de guerra y en espera de iniciar el desfile, en las calles aledañas al Parque Morelos, ansiosos por la tardanza y sofocados por el calor - más allá de las dos de la tarde, en pleno mayo, con 40º C. Al sol - me acerque a uno de los coordinadores para preguntándole porqué debíamos de ser siempre los últimos en desfilar - luego de nosotros solo seguía el ejército y los equipos de limpieza - a lo que me respondió:

- Porque si los mando primero, la gente se va al terminar de pasar ustedes.

Ahora me parece una exageración del profesor encargado del orden del desfile y la mejor manera de contestarme, así que, con ese orgullo y seguridad en si mismos, cultivado a cada día en el colegio, continuamos la espera de turno.

Recuerde - si es egresado - que marchábamos en estricta formación militar, por secciones, compañías y batallones, incluidos los del servicio militar, quienes armados con fusiles inútiles y pesados - obligación militar que cumplíamos en el colegio - marchaban con gran orgullo. Otra enseñanza, ahora de disciplina, para aplicarla luego, en la vida adulta.

Las fiestas del primero de mayo eran todo un acontecimiento, oportunidad de lucirnos ante familiares y amigos. Caminábamos como verdaderos "pavos reales" portando la casaca de la Banda de Guerra… ¿recuerda? Yo aún puedo hacerlo y veo en mis recuerdos a algunos compañeros portando el uniforme de la Banda de Guerra, abotonada perfectamente, caminando erguidos por los pasillos y senderos del colegio.

La exageración: para asegurar en mínimo detalle, ensayábamos estar en posición militar de firmes, sin movernos, por períodos de media hora o más. Sabíamos que quién fallaba era castigado pasándolo en "fila india" y dándole baquetazos en glúteos y piernas.

En el deporte también la exigencia era grande: ganar era obligación autoimpuesta y los hermanos la calculaban como consecuencia de los entrenamientos formales de los equipos deportivos. Recuerdo al "Tigre" Sepúlveda, entrenador profesional de fútbol, reconocido por haber sido un distinguido jugador del Guadalajara.

Sin duda, los equipos del IFL eran los objetivos a vencer por los otros contendientes de torneos municipales y regionales; lo sabíamos y por ello siempre dábamos "el segundo esfuerzo". Ahora entiendo la razón educativa: lograr los objetivos propuestos con trabajo y hasta sacrificio, y desarrollar el "sentido de logro". Hoy día, los egresados aún decimos: "¡se puede, porque se puede!".

Agregue la natación, practicada en la única alberca olímpica con trampolín de 10 metros; los grupos de scouts, asistentes de yamborees internacionales; el equipo de atletismo, entrenado en su estadio con pista reglamentaria, Tumbing y hasta jugadores de tenis, que disfrutaban de sus propias canchas.

La excelencia era inexcusable, por los recursos humanos y materiales con que contábamos y no resultar ganador en concursos y pruebas diversas, o campeones en los Juegos Lasallistas, por ejemplo, lo considerábamos como fracaso y a los perdedores les mostrábamos nuestra inconformidad. Más educación para la aplicación en el aprendizaje de logro de objetivos.

En el arte también se participaba: la primera Orquesta del Francés era todo un espectáculo; más aún, cuando se presentaba en conjunto - ocasionalmente - con el Grupo Coral, de más de 80 integrantes, separados en cuatro diferentes voces, interpretando música clásica y tradicional mexicana. Aún recuerdo los divertidos viajes, invitados a ofrecer conciertos navideños.

Otra anécdota: interpretando una selección de la música de "mi bella dama", con la compañía de un coro femenil, en Noche de Gala en el TIM, dirigidos por el inolvidable maestro Vilalta, en un pasaje que debía cantarse "en ésta capa cabemos los dos", pronunciamos - picaros juveniles - "en ésta cama cabemos los dos". El castigo fue ejemplar, supervisado por Monsieur Paul. - mmmm… domingo a las cuatro -

Hago un paréntesis para escribirle a los papás y profesores que no conozco casos de muchachos ¡traumados por tal disciplina!" y sí se de muchos, ahora adultos, que son excelentes hijos, esposos, padres, ciudadanos comprometidos y participativos, gracias a la intervención de aquellos hermanos lasallistas en su particular formación humana.

Todo el proceso educativo se aseguraba con sesiones de formación en valores, filosofía y hasta ética cristiana humanista; estudiábamos con horarios de mañana y tarde, de tal suerte que todos pasábamos más tiempo en el colegio que en nuestras propias casas. Incluya los fines de semana deportivos o prácticas extraordinarias de las bandas de guerra, escoltas y/o grupos artísticos. Tantas horas, días y años juntos, quizá sean la razón por la que nos queremos entrañablemente.

Así, con todo lo que le escribo y más que no cabe en esta entrega, ¿cómo eludir el estudio y el aprendizaje en valores?

Esos son algunos de los porqués nos enamorarnos del colegio y sus principios educativos. Al respecto, debo escribirle que, de esa manera, todos esos hermanos lasallistas eran nuestros verdaderos tutores, formadores en el conocimiento y reforzadores de los principios de bueno y malo aprendidos en casa: educadores de verdad; para muchos de nosotros "papás académicos", como yo le llamo al Hermano Rubén Sámano.

Para describir nuestra filosofía, le comparto algunas estrofas del himno lasallista:

"¡Lasallistas! / ¡Fieles Lasallistas! / Combatid por vuestro ideal / sea la base de vuestras conquistas / una sólida liga fraternal".

"De recuerdos nuestros cultivemos, / con amor, el límpido jardín / y hechos uno, la gloria cimentemos/ de un más alto vivir feliz".

Del Himno del Instituto Francés de La Laguna, cantado en festejos, recuerde:

"Escuadrones que gloria daís / a la escuela que da el saber, / alentad la esperanza de una patria encantadora.

Nuestras voces en coro unid / y el himno alzad / himno inmortal".

"Nuestro Instituto es un fanal / en el sendero del saber / es una estrella que el camino alumbrará / cual reguero de luz / de sin par claridad.

Alcemos pues nuestro cantar / en alabanza y gratiud / a ese centro de virtud / que a la niñez/ atiende y guarda con amor".

Quedo en deuda con Usted por no tener espacio para ampliar recuerdos de personas: hermanos, profesores - de los de antes - y alumnos que habitaron salones y espacios varios del IFL; aún ahora, al visitarlo ocasionalmente, todavía me dejan escuchar sus voces de estudio, festejo y alegría.

Ochenta años suman miles de egresados que sirvieron y están sirviendo a la región y a México, quienes, "con algunos prietitos del arroz", han fortalecido la vivencia en valores humanos, sociales y trascendentes de los otros muchos.

Gracias Hermanos Lasallistas.

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Canchas deportivas para básquetbol.
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Con uniforme de gala, listos para participar en evento especial.
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La Banda de Guerra, famosa desde su inicio y ganadora de premios nacionales e internacionales.
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