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FARISEOS

ALEJANDRO TOVAR

Con la cuaresma en su cuarta semana y con la selección succionando dólares en USA, se da en México ese tenaz buceo de varios medios cuyos protagónicos de la difusión, que debiera ser meramente informativa, se convierte en una triste crónica de sus múltiples pesares que arrastran consigo hasta la PC y los micrófonos para dejar salir una serie de reflejos propios de sus ficciones, no de hechos reales que contengan, para deleite del lector, notas de profundidad investigadora.

Esos periodistas, junto a técnicos que ya vieron pasar su película, como Hugo Sánchez, Lapuente y Lavolpe, se visten de Fariseos modernos (del hebreo Parosim que significa separatista) con el ánimo de bailar en la alfombra de Tata Martino y con tal insistencia que confunden, porque piden convocar a otros que como ellos, tengan desolados espíritus, Se creen una clase especial, porque buscan ser diferentes, aunque saben que no pueden huir de su eterna impostura.

Son los mismos que antes acosaron a Osorio y que jamás pueden estar conformes. No parecen destinados para apoyar el proyecto, sino para buscarle formas de ponerle trampas en el camino, minando con ello la curiosidad despierta del argentino, que no respeta historiales famosos y va dando luces como el poner a la joyita regia Carlos Rodríguez (22) con solo 15 partidos en primera, respeta el buen momento de Jiménez, solidifica a Ochoa y Salcedo para seguir investigando.

El maestro argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), escritor y poeta maravilla, dejó en sus huellas sobre la tierra detalles que jamás dejarán de tener no solo gran notoriedad, sino que jamás caducan, porque son pensamientos que caben sobre cualquier actividad como el mismo futbol y la gente que miramos con esto que parece simple pero que después de leerse debe analizarse. ..."En la sombra del otro buscamos nuestra sombra; en el cristal del otro, nuestro cristal recíproco"

Mucha gente famosa de medios, da la impresión de que se hartan del futbol, de que ya no les convence, de que no les emociona, de que han dejado de quererlo, porque se vuelven rutinarios. Este juego debe ser tratado como los libros más queridos, esos que dejamos de leer para hacer lo que debemos hacer en la vida y es como si quedaran tirados sus protagonistas en el desierto. Al volver a la lectura, reviven y vuelven a emocionarnos, con una alegría que es como un patrimonio.

Cuando el arte se hace común, deja de serlo. Sucede cuando los informadores dejan de emocionar y de ilusionar, porque el auditorio quiere siempre tener argumentos que le iluminan la vida. El lector también, busca que haya hombres sapientes que descubran arquitecturas verbales con gran imaginación y cultura, con investigación que emane amor por el tema, para que su prosa sea como deambular por túneles, callejones y salones donde habiten la curiosidad y el talento.

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