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Pasaje y servicio

Para los usuarios del transporte urbano resulta de lo más normal del mundo la amenaza latente de aumento de pasaje que pretenden los concesionarios. No hallamos cuál argumento desean ahora esgrimir los dueños de las chatarras que dan el peor servicio en el país y sobre todo el más caro.

La autoridad correspondiente solo se conforma con mojarse las orejas cuando en realidad se debe bañar completa. Seguramente el director de ese ramo nunca se ha subido a un camión urbano. La descripción de las unidades es mejor no empezarla, pues no tiene límites en palabras para abarcar todas las deficiencias. Solo mencionaré dos.

La primera es el aseo de la unidades, con toda seguridad muchas unidades ni una sola vez en sus años de servicio han sido lavadas en su interior. Los olores de todo tipo impregnan a los pasajeros. Nomás hay que ver los respaldos de los asientos, causan asco. El piso de los camiones nunca ha visto un trapeador. Conozco varias ciudades del país y puedo asegurar que las unidades de Torreón son las más sucias que he visto.

El otro aspecto es el relativo a levantar al pasaje. Realmente los señores choferes son de la peor “calaña” cuando dejan al pasajero que estando en punto normal para levantarlo y haciéndoles la señal oportuna lo dejan con toda su frustración encima, olímpicamente lo dejan plantado. Eso sucede sobre todo con estudiantes, o personas de la tercera edad; saben de antemano que van a pagar con tarjeta y ellos solo quieren efectivo, o sea, la tarifa completa.

La práctica de valores la vemos por su completa ausencia en conductas de personas como los choferes de camiones urbanos. Pobres de sus hijos o familiares al tener gente de esas conductas conviviendo entre ellos.

Sería largo proseguir con las anomalías de todos los días en un servicio que es el más caro del país y también el más sucio en trato y condiciones.

¿Tendremos que soportar más aumento y el mismo servicio? ¿Ese servicio que es el peor del país y el más caro a la vez?

Miguel Ángel Hernández

Torreón, Coah.

***

A revisión Contrato Social

Si usted nació en el siglo pasado, como yo (algo que no podemos considerar como desventura), recordará que en parte de nuestra formación analizábamos en qué consistía el concepto de Contrato Social sobre el que se basa la convivencia de los ciudadanos, así como su fin que indiscutiblemente es el bien de todos.

Pues bien, esa idea se ha quedado en una mera “fantasía” y cada vez se ha dejado más fuera de foco de la discusión, gracias a que en nuestro tiempo el individualismo de redes virtuales nos ha hecho menos sensibles al intento de cada día hacer sociedad con el otro. Pasamos más horas conectados para “convivir y trollear” a nuestras anchas, pero no podemos ver a los ojos a nuestros vecinos, compañeros, familiares y hasta nuestra pareja.

Sinceramente cada vez el Contrato Social se ha quedado solo como un ideal, gracias a que la corrupción se ha convertido en el combustible para el supuesto desarrollo de nuestra globalidad. Debemos retornar a ver cuál es nuestro objetivo como sociedad a partir de los retos que se presentan, como lo son el educativo, el económico, pero sobretodo el ecológico.

Román Fernández

Gómez Palacio, Dgo.

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