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ALEJANDRO TOVAR

Con aprecio y respeto para el artista César Orona.

En los tiempos modernos, es común que la gente meta miradas indiscretas al pasado, al no verse favorecida o atraída por el presente y en estas ideas, donde cada uno se familiariza con su sombra, aparecen de inmediato las comparaciones y en esa búsqueda de imágenes gratas, aparecen los personajes en la balanza, que a veces tienen más encanto y personalidad que los actuales, porque los convertimos en mitos, cuando por igual, tenían sus idas y vueltas.

Si el poeta vive y escribe alimentándose de su memoria, los fans suelen mantener en la retina esa etapa vigorosa de celebrar con su gente, porque el futbol es ejemplo de vida y siempre tiene respuestas para todo, así que hoy los santistas enfrentan duro la crueldad de lo adverso que ha vuelto y está de moda, por más que Mr. Almada tenga planes para darle nueva vida al muerto.

Pero el nuevo técnico no puede ser un aprendiz de mago, sino establecer primero el conocimiento del circuito, del ritmo del futbol mexicano, de los rivales e instituciones, de los medios que se mueven en torno del balón, de los dirigentes volubles y de las necesidades de su equipo, considerando que la caída que ha derrotado el hábito ganador ha sido producto de que varios decayeron demasiado en su rendimiento y los foráneos no han rendido a la exigencia, lo que aunado al limitado número de elementos provoca que el futuro de Santos esté en pausa.

Observar y aprender a saborear el placer de la espera, dotarse de una amplia paciencia es compañera de la sabiduría, de ello precisa el nuevo técnico, que ahora se muestra aferrado a una ilusión de calificación que parece lejana pues debe ganar sus partidos restantes y esperar a que los siguientes aspirantes, resbalen. Primero conocer lo que tiene y el medio donde se va instalando.

Nos estamos acostumbrando a la inmediatez, porque el temperamento lagunero nos viene en el ADN y como el sensor de la conciencia es la vergüenza, no queremos escapar del racimo de los privilegiados, ni vernos como parte de los vagones traseros pero debemos comprender que somos lo que hacemos, no lo que pensamos o lo que sentimos. Santos está en su justo nivel de calidad.

El futuro inmediato no será resuelto por cuestión de liderazgo, sino de identidad. Santos como institución necesita integrarse a su gente, más que ésta a aquellos. Existe una separación y el convencimiento de que el club prefirió la venta de jugadores importantes a crear un gran equipo y los hombres que trajo, no se adaptan y están lejanos de ofrecer su mejor rendimiento. Eso es claro El cuadro de Irarragorri tiene hoy el aire de un juguete roto y el futbol no entiende de distracciones y debe comenzar por derrotar a sus demonios particulares, ejerciendo su viejo poder de intimidación, acercarse a su gente, convencerla de emprender juntos una nueva cruzada, con un plantel dinámico y sugerente que combatan a las sombras de la melancolía de la experiencia.

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