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El Último Round

EL ARTE DEL JAP

Wendy Arellano

Recuerdo bien que al ser la única mujer en el gimnasio de box al que solía asistir, no se me permitía pegarle al costal como al resto de mis compañeros. Ya que, según mi entrenador: “Aún no estaba lista”.

-Bajas mucho la guardia, te va a entrar un golpe. – Repetía Al principio mantenía la firme convicción de que era una simple excusa, ya que al ser un gimnasio público carecíamos de equipo suficiente, y dejar que una mujer golpeara el único costal sería una desventaja para quienes sí tenían la técnica. Mientras me despojaba de mis vendas, yo miraba con recelo el viejo costal que pendía de una superficie metálica. Un día después de los interminables rounds de cuerda y sombra, le supliqué que me dejara golpear el costal, a lo que respondió con un NO inexorable. Pero al ver que no me daría por vencida fácilmente, inmovilizó mi brazo derecho con una venda para que no bajara la guardia.

-Ahora lanza un jab – Ordenó, mientras preparaba una manopla.

-Pero… – intenté musitar, antes de ser sorprendida por un golpe tras contradecir su mandato.

-¿Sabes para qué sirve el jab? – preguntó, sin esperar la respuesta que él mismo pretendía contestar. – Para marcar la distancia, continuó mientras alargaba la mano izquierda para mostrarme. – El jab te permite mantener lejos a tu oponente; no solo es un golpe, es un recurso.

-¿Un recurso? - repetí confusa

-Sube la guardia - ordenó nuevamente Tras una semana de sombra intensiva, al fin pude golpear el costal, y comprender el arte del jabeo.

Wendy Arellano

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