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De Política y Cosas Peores

ARMANDO CAMORRA

Ya conocemos a Afrodisio Pitongo. Es hombre proclive a la concupiscencia de la carne. Le dijo a la inocente Susiflor: "Nos casaremos e iremos a pasar unos días a Cancún. Claro, no necesariamente en ese orden". La profesora les ordenó a los niños: "Guarden silencio. Quiero que se oiga el vuelo de una mosca". Los niños obedecieron y se hizo el más absoluto silencio en el salón. Pasaron unos momentos y Pepito le preguntó a la maestra: "Ya guardamos silencio. ¿Dónde está la chingada mosca?". Un antiguo dicho que actualmente sonaría necio, obsoleto y homofóbico decía en tres palabras: "Solterón cuarentón, maricón". Leovigildo había llegado ya a esa edad y aun seguía soltero. En el bar le preguntaron sus amigos: "¿Qué no te gustan las mujeres?". "Claro que me gustan -respondió-. Si no me gustaran ya me habría casado". Aviso importante: El último día de este mes verá la luz aquí "El chiste más pelado del año". Tan rojo es ese cuento que las personas con repulgos de moral deberán abstenerse de posar en él los ojos. ¡No dejen de leerlo mis cuatro lectores. Los gobernantes que buscan perpetuarse en el poder acaban siempre por ser objeto del repudio de su pueblo. Sea que violen la Constitución de su país o que la reformen amañadamente para tal objeto esos ambiciosos provocan graves daños y al final son condenados por la historia. Evo Morales cayó en esa insana tentación, la de erigirse en dictador pasando por encima de la ley y de la voluntad de sus conciudadanos. Muy pronto hubo de sufrir las consecuencias de su desatino. México le dio asilo por virtud de sus tradiciones diplomáticas, pero ciertamente el ex mandatario boliviano, que en un principio recibió atenciones excesivas, se convirtió después en un huésped incómodo, y más de uno de los que lo acogieron deben haber respirado con alivio cuando Morales decidió salir de este país. Aun así es reprobable la conducta que el nuevo régimen de Bolivia ha adoptado en relación con México. Los acosos a su embajada y residencia oficial en La Paz, lo mismo que los insultos tabernarios vertidos contra el Presidente mexicano por el vocero del país andino, hacen lesión a las normas del derecho internacional y transgreden todas las formas y protocolos de la diplomacia. Es una pena que dos naciones latinoamericanas entre las cuales deberían reinar la concordia y la armonía se vean envueltas en un conflicto que en el fondo carece de razón de ser. Esperemos que se imponga la razón, y que un diálogo respetuoso y constructivo ocupe el lugar que indebidamente han tomado las injurias y las violaciones a los usos diplomáticos. El oso panda le dijo con molestia a la osa: "¿Cómo que otra vez te duele la cabeza? ¿Acaso no sabes que somos una especie en vías de extinción?". El barco ya se hundía, y el capitán ordenó a los pasajero que saltaran por la borda a los botes salvavidas. Un oficial le informó: "Entre los pasajeros hay un mexicano que se niega a saltar. Se lo he pedido en todas las formas, pero no obedece". El capitán fue hacia el sujeto y le dijo algo. De inmediato el mexicano saltó. El oficial, sorprendido, le preguntó al capitán: "¿Qué le dijo usted para hacer que saltara". Respondió el capitán: "Le dije que estaba prohibido saltar". En el Ensalivadero, paraje soledoso y de grata oscuridad al que concurren los enamorados, la linda chica se resistía a las encendidas caricias que intentaba hacerle su febril galán. Pese a las protestas de su dulcinea el novio llevó la mano diestra -demasiado diestra, diría yo- a los muslos de la muchacha. Le advirtió ella: "No me tientes la paciencia". Preguntó él: "¿Qué también así se llama?". FIN.

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