¿Cuál será el nombre verdadero de esta flor que por acá llamamos "plúmbago"?
Cuando escribo esa palabra en mi computadora aparece una raya roja bajo ella, lo cual quiere decir que el vocablo no existe. En el diccionario viene, sí, el adjetivo "plumbagináceo", aplicado a ciertas plantas angiospermas y dicotiledóneas.
El plúmbago de mi jardín no sabe que es dicotiledónea ni angiosperma, pero eso no le impide anunciarme la cercanía de la primavera con sus flores levemente azules, levemente aromadas, levemente flores.
Yo amo al plúmbago por su timidez, porque casi no se atreve a ser. Carece de la belleza de la rosa y del punzante aroma del clavel. Desde su rincón mira con humildad a los cercanos alcatraces, que algo tienen de eróticos, y al jazmín de Arabia, de perfume voluptuoso. Y casi creo que el plúmbago se esconde para que no lo veamos.
Yo voy a él cuando nadie me ve y le hablo. Le doy gracias por ser como es, casi color, casi aroma, casi flor. Y no le digo que cuando escribo su nombre en la computadora aparece debajo de él una raya roja.
¡Hasta mañana!...
