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YAMIL DARWICH

Empiezo por recordarle aquello de "no hay mal que dure cien años…" y podamos reconocer que en la vida no todo es malo o bueno; los claroscuros son condimentos que nos permiten encontrarle sabor a la vida, dándonos oportunidad de disfrutar los momentos de felicidad y padecer los de tristeza.

Tal es el caso de las vicisitudes que estamos viviendo en este mundo del siglo XXI, que alcanzan a todos los países y por primera vez en muchos lustros nos tienen seriamente amenazados.

A la pandemia por coronavirus sume la grave crisis económica que con la guerra desatada entre los petroleros, sobresaliendo Rusia y Arabia Saudita, generan graves estados financieros que nos mueven del confort o de la pobreza a niveles muy inferiores.

Hablar de depresión financiera es dura realidad, cuyos efectos ya los resienten, como siempre, los pobres y desprotegidos. Solidaricémonos con ellos.

La lucha entre los políticos de izquierda, incluidos los errados populistas, contra los de derecha, imperialistas acaparadores, nos arrastran a los extremos de intolerancia en el mundo. Ellos siguen adelante en sus propósitos partidistas mezquinos, al no ser los primeros impactados por sus pésimas decisiones.

La aparición de las minorías sociales actuando con fuerza, incluyendo la violencia, crean estados de zozobra en los medios urbanos; sume a feministas, desempleados, homosexuales y transexuales, abortistas y otros varios, dejándonos sentimientos enconados entre humanos, provocando la radicalización de posturas en muchos de nosotros. No olvide a los parásitos sociales y promotores de la anarquía, quienes buscan sus propios fines, generalmente atentando contra la moral.

Sume las pandemias, particularmente la que ahora enfrentamos luchando contra el coronavirus, que ha desnudado a los Gobiernos del mundo, evidenciando sus serias incapacidades -¿o de interés?- para atender las necesidades sociales, aflorando su incapacidad en planeación presupuestal, que en muchos casos hacen aflorar la corrupción.

La realidad nos enfrenta a retos que se replican; ya encaramos al sida, síndrome de insuficiencia respiratoria aguda, al ébola y ahora al coronavirus. Pienso que los humanos tenemos recursos y capacidades para obtener resultados positivos en tales luchas, pero queda la duda en solidaridad, por las diferencias en cuidados dados a ricos y pobres; la inconsciencia real en los costos que unos y otros pagaremos en términos de vidas humanas que se extinguirán y las consecuencias en pérdidas económicas y materiales.

¿Quiénes cree usted que cargaran con la mayor parte del costo?

Preguntémonos: ¿qué hubiera sucedido si los dineros aplicados a las armas y guerras se utilizaran en salud y educación? ¿Cómo estaríamos enfrentando la epidemia del coronavirus en el mundo, si hubiéramos revisado, planeado y hasta ensayado estrategias para enfrentar tales situaciones extremas?

Habríamos de aprender de las malas experiencia, aunque dicen que solamente el hombre tropieza dos veces con la misma piedra; en el caso, los humanos ya lo hemos hecho repetidas veces. Piense en las últimas grandes guerras mundiales y sus causas.

Esta crisis nos deja importantes enseñanzas y será nuestra responsabilidad -de todos- asimilarlas y actuar en consecuencia; representan una nueva advertencia de la naturaleza. Le menciono algunas oportunidades con el cambio de vida.

Retornemos a nuestra vida en familia, con sencillez.

Rechacemos las propuestas del individualismo y el consumismo.

Repensemos nuestras diversiones y entretenimientos; hemos aceptado a empresas con ídolos de barro, quienes nos exigen enormes cuotas económicas para ´regalarnos´ sus actuaciones con actorcillos, jilguerillos de pobres tonadas o deportistas sobrevaluados. Todos, vedettes cebados con nuestro dinero y morbo, pagando irracionalmente para 'adorarlos'.

Defendamos a la naturaleza, que por cierto está aprovechando para recuperarse: limpiando ríos, transparentando aire y hasta recuperando a la fauna y flora.

Ahora que nos han obligado a permanecer en casa el mayor tiempo posible, aprovechemos la oportunidad para reconocer a nuestros familiares y encontrar razones para estar más cercanos, cariñosos y comprendidos unos con otros.

Ahora entiendo -no justifico- a los radicales, como los pertenecientes al ´Movimiento por la Extinción Humana´, quienes afirman que somos los animales más dañinos para la naturaleza y que debiéramos desaparecer por el bien del planeta.

Es buena oportunidad que nos da la naturaleza para repensar nuestro desempeño como humanos, quienes podemos reencontrarnos con los verdaderos conceptos de felicidad y libertad.

Ojalá entendamos que 'tener' no conforma al 'ser' y que lo material y superfluo no atrae la verdadera alegría por la vida.

Cuando sienta el beneficio del cambio de vida, extiéndalo a sus cercanos, tratando de cambiar el mal rumbo que hemos tomado con el posmodernismo consumista.

Espero que la pase bien, en casa, con los suyos y salga de la crisis fortalecido; también deseo fervientemente que usted encuentre razones para mejorar su calidad de vida y las de sus cercanos.

Estoy seguro que, aprovechando esta oportunidad presentada por los retos del mundo desgastado, construiremos una mejor calidad de vida.

¿En qué piensa cambiar?

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