A las seis de la tarde el reloj monumental con el que cuenta la iglesia de Guadalupe en esta ciudad emite un canto católico. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Los fieles católicos de la Parroquia Santa María de Guadalupe han acatado las medidas de prevención pronunciadas por las entidades sanitarias ante la pandemia que se vive por el COVID-19.
Con sumo respeto y sobre todo obediencia, han dejado de asistir de forma presencial a la celebración de la Santa Misa, matutina y vespertina.
Las iglesias de San Pedro, San Isidro, San Juanita de los Lagos, La Ermita y las de las comunidades como Juan Aldama, Librado Rivera, Álvaro Obregón, Ignacio Ramírez, Santa Catalina de Siena y José María Pino Suarez, han dejado de recibir a los feligreses en comunidad, a fin de evitar la propagación del coronavirus (COVID-19).
El cura Raymundo Santillán Villa y su vicario, el padre Juan Diego, se han sumado a lo que otros sacerdotes están realizando en otros lugares de continuar con la celebración litúrgica en privado y trasmitirla en línea, lo cual ha sido una forma de mantener viva la fe en estos tiempos.
La vida religiosa ha puesto pausa a su actividad pues los grupos pastorales no hacen comunidad, siguiendo las recomendaciones de los expertos a fin de no propagar el virus.
En este caso, las redes sociales han servido para mantenerse en contacto.
Esta parroquia especialmente cuenta con una capilla de adoración perpetua, un espacio logrado por iniciativa del cura Raymundo, quien desde su llegada a esta localidad hizo lo posible para instalarla.
El Santísimo, expuesto las 24 horas del día, los 365 días del año desde su apertura, no había cerrado sus puertas. Hoy, la pandemia lo logró: la capilla de adoración perpetua cerró sus puertas, pero temporalmente. Ahora, está expuesto de 08:00 a 19:00 horas al centro del altar.
