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CONTRALUZ

LA MUERTE COMO SOMBRA

MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

Nunca el ser humano había estado tan consciente de su propia mortalidad. En lo que va del 2020, una pequeña hélice de ARN ha cambiado para siempre los destinos de nuestra historia. En un segundo pensamiento, habría que considerar hasta qué punto, en verdad, el individuo ha colocado en un plano consciente aquello que siempre ha estado allí, desde el momento de la concepción: La muerte como la sombra que habrá de acompañarlo hasta el último de sus días.

Me apasiona el tema de la muerte, en el contexto de una corriente de pensamiento muy occidental, que se obceca en negar su existencia. La nuestra es una cultura cargada de simbolismos en torno a la misma, que vuelven a México un país fascinante: Desde las deidades prehispánicas como Mictlantecuhtli, la Coyolxauhqui y la Coatlicue, pasando por leyendas como La Llorona. Incontables canciones, para ejemplo La Valentina de Jorge Negrete, o Canción Mixteca de Aceves Mejía. Y qué decir de la majestuosidad de la fiesta de Finados en el estado de México, en Michoacán o en Veracruz, por citar algunos. La muerte siempre ha estado presente en los grabados de José Guadalupe Posada; frescos como los de Diego Rivera, u obras literarias, entre las que se halla buena parte de la novela revolucionaria; Pedro Páramo de Juan Rulfo o las obras de jóvenes escritores actuales, del norte de la República.

Así de vigente se halla la muerte entre nosotros, y con esa misma intensidad la negamos, hasta el 2020 cuando llega una nanopartícula a desbaratar de fea manera nuestro escenario. La muerte ronda servicios de urgencia, unidades de Terapia Intensiva, funerarias. Se carcajea de nuestra ingenuidad en medio de reuniones familiares numerosas o de bailes al ritmo de la banda norteña. No tiene empacho en lacerar familias en lo más profundo y para siempre.

¿Qué palabras podría yo decir para animar los contritos ánimos de todos nosotros, ante un panorama de tal naturaleza? Lo primero sería que, aunque haya sido de una forma muy abrupta, finalmente la vida se ha encargado de que encaremos un hecho tan real como implícito en nuestra propia naturaleza: Todos vamos a morir. Imposible saber en qué momento, así que sería bueno estar preparados siempre, que no nos sorprenda el evento con un cúmulo de asignaturas pendientes que fuimos dejando, con absoluta procrastinación, para más delante. Desde lo más sencillo hasta lo que requiere mayor organización.

Sea pues, el principal beneficio de esta pandemia conectar nuestra esfera consciente con una realidad propia de todos los seres vivos. Ya cada humano, de acuerdo con sus personales creencias, se afiliará a la ruta de pensamiento que más le convenza, y de este modo encauzará su vida actual hacia ese futuro que alcanza a avizorar.

Con toda seguridad, si nos convenciéramos de que la muerte nos persigue como nuestra propia sombra, actuaríamos de una mejor manera. Aprovecharíamos cada momento de la vida, a sabiendas de que puede ser el último. Propiciaríamos una mayor armonía con quienes nos rodean, en un esfuerzo por construir un mejor mundo para todos. No dejaríamos para un mañana incierto la reconciliación y el perdón; nadie nos asegura que ese tiempo que visualizamos como futuro, pueda alcanzarse. Si entendiéramos que tal vez hoy sea nuestro último día, nos esforzaríamos por poner las cosas en orden; los sentimientos en orden; nuestra vida completa en orden. Desecharíamos aquello que no está funcionando y procuraríamos alcanzar lo que sabemos que nos beneficia, así cueste trabajo lograrlo. Valoraríamos de una vez por todas a nuestros seres queridos; reconoceríamos sus cualidades y buscaríamos la forma de resolver los conflictos que nos distancian de ellos.

Cuando caminamos de cara al sol, nuestra sombra nos sigue fielmente a donde vayamos; es parte de nosotros mismos. No sea pues, motivo de paralización en nuestro andar, sino cuña para el aprendizaje de una vida mejor.

En lo personal me organizo de manera ideal mediante la palabra escrita. Desde la lista de pagos mensuales, hasta el supermercado, al tener frente a mis ojos las cosas, mi mente revisa y complementa lo que haya que hacer. Así de este modo me funciona para otro tipo de tareas de mayor envergadura, entre las que podría incluir las pendientes a cumplir antes de morir. Son numerosas y de diversa jerarquía, de manera que comienzo a colocarlas de acuerdo con su importancia y factibilidad. Pido al cielo que me conceda la oportunidad de terminar de resolver, al menos las más urgentes, antes de partir.

Buena ocasión nos provee la pandemia para una revisión particular de nuestra persona, de propósitos y pendientes. Cual sombra irá la muerte siguiendo nuestros pasos. Excelente acicate para empeñarnos en no aflojar la marcha.

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