Columnas la Laguna

MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

La mañana era de sol alegre y bueno.

Al rey Cleto eso le molestó. Iba a salir de su palacio; el sol podía enrojecerle la tez. Hizo llamar a San Virila y le ordenó:

-Obra un milagro que me libre de este sol.

El frailecito hizo un ademán y apareció una nube de tormenta. Puesta sobre Cleto, y sólo sobre él, la nube le tapó el sol, pero hizo caer sobre el monarca una continua lluvia con granizo y nieve, mientras por todas partes seguía brillando el sol alegre y bueno.

-¿Que has hecho? -le preguntó furioso el soberano a San Virila.

-Te libré del sol -respondió el santo-. Eso es lo que querías ¿no?

Rebufó el monarca:

-¡Líbrame ahora de este nubarrón!

Con otro ademán lo hizo desaparecer San Virilia. Entonces el sol enrojeció la tez del rey. Le dijo San Virila:

-La próxima vez ten más cuidado con el milagro que pides.

¡Hasta mañana!...

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