Columnas la Laguna

ANÉCDOTAS

LOS HÉROES TAMBIÉN TIENEN MIEDO

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

-Me dio miedo, mucho miedo, pero no solté la cámara y me metí descalzo en las aguas desbordadas del río. Grité, grité y grité pero la señora me ignoró y siguió aferrada a su comalito dentro de la casa a punto de derrumbarse. Pensé en mi familia pero no sé de dónde me surgió el valor para seguir adelante y sacarla a fuerzas de la vivienda de adobe y carrizo, afortunadamente a tiempo pues en ese mismo instante se vino abajo la endeble finca levantando una polvareda al ser absorbida por la laguna que la rodeaba.

-Higinio ni las patitas metió, cuenta el fotógrafo Ramón Sotomayor Woessner en su relato protagónico del rescate que le salvó la vida a una viejecita del poblado León Guzmán anegado por los abundantes derrames del Nazas. A mí se refería Ramón porque mientras él bajaba por el terraplén para auxiliar a la dama en apuros, yo seguí trepado en la carretera atestiguando un inesperado salvamento que no figuraba en nuestra agenda de trabajo.

El compañero Sotomayor, de destacada trayectoria en el ramo de la fotografía pública y privada, con dos premios a la mejor gráfica otorgados por la Liga Mexicana de Beisbol, enviado por El Siglo a la cobertura del campeonato mundial de Francia en 1998; a partidos internacionales en Los Ángeles y Puerto Rico y editor de fotomecánica en el mismo diario, fue mi pareja en la cobertura periodística de las inundaciones provocadas por el Nazas y en otros hechos relevantes del acontecer lagunero. Fieles a la doctrina del oficio -verificar en el mismo sitio las incidencias para transmitir a los lectores lo que realmente sucedió o está sucediendo- fuimos en automóvil a León Guzmán, nos bajamos en un tramo inundado de la carretera donde ya no era posible que se desplazara el coche y comenzamos a tomar notas y fotos de las viviendas sumergidas en el agua en una comunidad rural que sufrió la noche anterior el embate de los torrentes salidos de cauce.

Desde las alturas nos dimos cuenta que una mujer cubierta por un rebozo permanecía aferrada a la puerta de su casa con el agua a la cintura, pero no escuchó los gritos de que la abandonara, anticipándole que había más casas en las mismas condiciones, pero no hizo caso. Ramón se quitó los zapatos y con la cámara en el cuello, se adentró en la enorme charca y abrió así, una hoja más en el anecdotario de los hechos heroicos del diarismo regional y nacional.

-Me acerqué cauteloso a la puerta de la vivienda a punto de caerse, arranqué a la mujer por la fuerza y la trepé al hombro, ella en un lado y la cámara por el otro y así caminé hasta el bordo de la carretera donde ya no había ningún peligro. En el trayecto le pedía en voz alta "Abráceme, abráceme, sujétese de mi cuello". -Al fin la saqué. Luego llegó gente del pueblo para darnos ayuda".

"Me siento orgulloso de esa acción, ha sido la más bonita que he tenido en la vida", declaró en una entrevista que le hizo la periodista Marcela Pámanes en su añorante programa radiofónico "Entre Laguneros".

Ramón, lo digo también con orgullo, se comportó con grandeza de ánimo y siempre estuvo consciente de que él también se enfrentaba al peligro, pues posteriormente confesó que no sabía nadar en aguas tan agitadas como las del padre Nazas. -Cuando mucho iba a la alberca Esparza, pero sólo para lucirme. Fui guapo y trabajador, presumió en la plática con Marcela, dando indicios de esa inclinación cuando dijo: "me acuesto, perdón, quiero decir me acuerdo que me casé a los 16 años…" Ramón fue padre de 15 hijos, una hazaña más de su larga carrera. Y también fue maestro: le enseñó el manejo de la fotografía a su tío Rodolfo Woessner y lo introdujo a El Siglo de Torreón, devolviendo las enseñanzas que en sus mocedades le proporcionó Rafael Moreno, un español dedicado al mismo oficio.

Fotógrafo de la sociedad lagunera y en especial de don Braulio Fernández Aguirre y familia, Ramón se inició como fotógrafo callejero frente a las principales negociaciones de aquellos tiempos: Fábricas Unidas, la Ciudad de París, El Puerto de Liverpool y la entonces llamada "La Sorianita". -Nunca usé trucos ni corté cabezas, refiriéndose a las fotos incompletas que había que subsanar con montajes. En su anecdotario figura la gráfica de la copa de vidrio rota por el vozarrón del licenciado Casimiro Valdez de Luna, del mismo modo publicada por el Siglo de Torreón, a cuya cuna lo llevó don Jorge González Juambelz, otro noble personaje del periodismo lagunero, tras sacarlo de la calle. "Quiero a mi familia, me siento orgulloso de todos", dijo emocionado en la entrevista que lo puso al borde de las lágrimas. Ramón murió el 3 de junio de 2015.

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