Lo menos que tienen estos tiempos es ser aburridos. Cada semana, sino es que a diario, surge un nuevo evento, una nueva declaración o una revelación sorprendente que registran las primeras planas de los diarios. Suelen tener importancia nacional y hasta internacional.
Tomemos por ejemplo los disturbios en Estados Unidos y en las grandes capitales del mundo detonados por la muerte de George Floyd que marca no sólo una evolución para acabar no sólo con el secular problema de la discriminación racial, sino con los abusos y la violencia policial.
Los tiempos están cambiando. Hemos avanzado para entender la unidad del ser humano que comprende su compromiso hacia la naturaleza. La importancia de lo que implica la interrelación entre lo humano y nuestro entorno. Se tiene que luchar, empero, contra los intereses económicos y políticos que algunos gobernantes consideran más importantes que la relación del hombre con la tierra. El interés de la ecología se presenta de manera estrujante cuando se enfrenta la urgencia de dar ocupación a los trabajadores. Si queremos asegurar el futuro la ciencia vendrá al rescate para darnos educación que velen por [lyJ1] la seguridad alimentaria y la salud.
La pandemia nos ha enseñado que tenemos que poner a trabajar los recursos naturales y humanos para producir lo que requerimos y alcanzar una vida digna. El quid está en eliminar los excesos del consumismo que nos han llenado de artículos innecesarios y que nos restan dignidad en nuestra existencia.
Las declaraciones de algunos jefes de estado son contrarias a estos propósitos como las de Trump y Bolsonaro que aíslan a sus países de los de los principios de cooperación internacional, como Trump que se ha segregado de la OMS y su furia en la implementación de las políticas migratorias. A su vez Bolsonaro, no le interesa frenar el desastre ecológico y humano que sus políticas están propiciando en el Amazonas. Estos actos van en paralelo a los propiciadas por el presidente de México y, al igual que sus dos homólogos, también han provocado serios rechazos por parte de ciertos sectores.
La razón de lo anterior se encuentra en su empeño por llevar a cabo sus muy personales visiones del mundo encapsuladas en su muy personal forma de pensar debido a la megalomanía que divide a los ciudadanos, en los que están en su favor o en su contra. Por ejemplo, López Obrador en su visión maniquea concibe un ente llamado BOA, que ha resultado blanco de burlas y chistes, en donde acomoda a todos los que están en su contra, membretándolos cómo sus adversarios. Este descabellado error deja al país en la absurda concepción binaria excluyendo todo debate racional sobre los ingentes temas que necesitan ser analizados y consensuados.
Tomar decisiones donde existe solo una óptica, explica porqué en absoluta violación a todo respeto, se manejan adjudicaciones directas dejando a un lado las licitaciones requeridas por ley, que hoy prevalecen en la proveeduría de los proyectos icónicos del presidente y también explica cómo ha extinguido de un plumazo a instituciones que son indispensables para asegurar conocimientos técnicos y equidad, como es el caso del Instituto Federal de Telecomunicaciones, La Comisión Federal de Competencia Económica y la Comisión Reguladora de Energía y se aduce un ahorro de 500 millones al año, cifra irrisoria ante su invaluable labor. También de un plumazo ha acabado con un sinnúmero de fideicomisos.
Mucha transformación, muchos cambios, pero al presidente se le olvida que el sector salud no sólo es el COVID, y que los altos sueldos destinados a los mil médicos cubanos que ha importado bien podrían dedicarse para adquirir los medicamentos para los niños con cáncer y volver a abastecer a hospitales y clínicas en toda la República de equipo y medicinas que urgen.
Otra visión intransigente de AMLO es su obsesión de negar el financiamiento anticíclico que urgentemente se requiere para reactivar la producción de las PYMES, limitando la acción oficial magras entregas de dinero a través de programas sociales que a las personas de escasos recursos les sirve sólo para pobremente cubrir con algunos gastos. Lamentablemente esta erogación no evitará que la economía mexicana caiga más del 8% este año.
Independientemente de lo que resulte de la estrategia que se siga para combatir la pandemia, la coyuntura en que nos encontramos indica la urgencia de corregir la desastrosa situación socioeconómica en que nos encontramos mediante el sistema de una renta universal, aunque sea transitoria, conforme lo ha propuesto la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL. Esta medida generaría una visión incluyente del gobierno que uniría al país en un esfuerzo mancomunado con la ciudadanía.
Esta medida sería la gran enseñanza que nos deja la pandemia. Hay que actuar.
