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Regreso a la nueva realidad debe ser sustentable

GUSTAVO ALANÍS Y MARGARITA CAMPUZANO

En las últimas semanas, mucho se hay especulado y discutido con respecto a cómo es que vamos a retomar nuestras "actividades cotidianas" para poder así ir regresando paulatinamente a una realidad que va a demandar de manera sine qua non de todos y cada uno de nosotros la adopción inmediata de prácticas que sean ambientalmente amigables y por parte de los tres niveles de gobierno el impulso e implementación efectiva de políticas públicas que contribuyan a enfrentar la crisis climática y a proteger y conservar la biodiversidad.

A continuación, se señalan los siguientes aspectos que deberán ser tomados en consideración en lo que será en el diseño e implementación adecuada de la política pública nacional post COVID-19:

Derechos humanos ambientales y Estado pluricultural. Los derechos humanos y la consolidación del Estado pluricultural en México, deben ser el cimiento y programa de gobierno de nuestras autoridades. La «nueva normalidad» debe construirse a partir de los derechos a la vida, identidad cultural, medio ambiente sano, agua y saneamiento, vivienda digna, alimentación adecuada, territorio y salud. El acceso a la justicia ambiental en México e s difícil para las personas defensoras ambientales, quienes son objeto de ataques y agresiones. Se han contabilizado por lo menos, 499 agresiones en los últimos 7 años. El Estado debe adoptar una política de protección hacia las personas defensoras ambientales y debe ya ratificar el Acuerdo de Escazú.

Presupuesto suficiente para el sector ambiental. Urge reorientar el presupuesto federal para hacer del medio ambiente una prioridad y evitar nuevas crisis de salud y climáticas que amenazan a la humanidad. Es urgente asignar un presupuesto mucho mayor al que en los últimas décadas se ha asignado a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y sus órganos desconcentrados y descentralizados a fin de asegurar la debida conservación de la biodiversidad, los ecosistemas y los servicios ambientales. Es inadmisible que el presupuesto de egresos de la federación en lo relativo al sector medio ambiente y recursos naturales se ha reducido en 59.5% en los últimos 7 años.

Calidad del aire. A nivel federal, se requiere priorizar la distribución de combustibles limpios, particularmente de Diésel de Ultra Bajo Azufre en todo el territorio nacional, así como actualizar y publicar las normas de salud y calidad del aire, pendientes. A nivel local, hay que establecer como permanentes las ciclovías que se instalaron durante el tiempo de la cuarentena, favoreciendo a la movilidad no motorizada en las grandes ciudades así como seguir favoreciendo el transporte público limpio y eficiente.

Energía. Cancelar los proyectos que priorizan la generación de energía a través de fuentes fósiles y la quema de combustibles sucios; particularmente la Refinería Dos Bocas, en Tabasco, así como la utilización de combustóleo por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Promover proyectos de generación de energía a través de fuentes renovables, particularmente eólica y solar. Hacer más ambiciosos los objetivos plasmados en nuestras Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) y cumplir con las metas de mitigación pactadas en el Acuerdo de París, Ley General de Cambio Climático y la Ley de Transición Energética.

Agua. Destinar los recursos suficientes para garantizar el acceso al agua potable y saneamiento. Actualmente, existen aún cerca de 9 millones de personas sin acceso al agua potable, lo cual, como hemos visto, ante emergencias como la ocurrida con la pandemia, se vuelve un tema de vida o muerte para muchos seres humanos. Sanear y remediar los cuerpos de agua: el estado actual de contaminación es un constante foco de generación de enfermedades. Reactivación económica y megaproyectos. Las personas necesitan vivir con bienestar. No se trata de oponerse al crecimiento, sino de planificarlo de forma diferente; de sustituir el concepto de desarrollo por el del Buen Vivir. Se debe privilegiar la inversión en educación, salud y medio ambiente.

El COVID-19 ha evidenciado frontalmente que la humanidad y el sistema de producción moderno han generado tanto la crisis climática como la de la pérdida y destrucción de la biodiversidad, una de cuyas consecuencias es que la salud de los ecosistemas está comprometida, lo que eleva la probabilidad de ocurrencia de eventos meteorológicos inesperados, así como de nuevas enfermedades y pandemias. Por ello, hacemos un enérgico llamado al Gobierno de México para adoptar, de forma inmediata y sin dilaciones, decisiones firmes, eficaces y efectivas, encaminadas a proteger la biodiversidad y los ecosistemas, así como a mejorar la salud de las personas.

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Escrito en: editorial GUSTAVO ALANÍS

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