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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El atentado cometido el viernes pasado, en contra del Secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, obliga a los mexicanos a una reflexión como sociedad y como estado, que supere el ambiente frívolo y peligroso de extrema confrontación y descalificaciones recíprocas, entre los protagonistas de nuestra vida pública.

Corre la fama de que el viejo PRI controlaba al crimen organizado desde el gobierno mediante componendas oscuras sin embargo, lo que procede hoy día es fortalecer el estado derecho por medio de las instituciones de seguridad y de justicia. El ex presidente Felipe Calderón Hinojosa reconoció y propuso ese camino para recuperar la paz social y enfrentar la brutal agresión en virtud de la cual, el crimen organizado no se limita al tráfico de drogas o al robo de gasolina, sino que se extiende a toda forma de extraer dinero de la sociedad por los medios ilícitos antes mencionados, hasta el tráfico de personas, el secuestro, la extorsión, etcétera.

Los detractores del ex presidente se opusieron por sistema a la estrategia antes referida, a la que llamaron la Guerra de Calderón, cerrando los ojos ante la evidencia de una realidad, que tiene secuestrados a estado y sociedad hasta nuestros días. Cualquier ruta que se diseñe para revertir hoy día, el alza de los índices delictivos y el deterioro de la seguridad pública, exige el consenso de los actores políticos en torno a este propósito, como factor de unidad.

A ese respecto resulta oportuna la presentación hecha el mes pasado, del libro "Decisiones Difíciles" de la autoría del ex presidente Felipe Calderón, en el que hace un ejercicio de reflexión sobre los principales retos de su mandato, que incluye el reconocimiento de sus errores, y sienta un debate entre las propuestas de su gobierno y las posturas de sus adversarios de cara al día de hoy, siguiendo el método dialéctico.

Decisiones Difíciles no se limita al tópico de Seguridad Pública; aborda diversos temas de la administración de Calderón, como el seguro popular, la reacción frente a la epidemia de AH1N1, el sistema de guarderías, la seguridad alimentaria, el crecimiento económico verde, la educación pública y el manejo de las finanzas del estado durante la crisis internacional de 2008. En otra vertiente, el libro de Felipe aborda con detalle histórico y acierto analítico, el ascenso y ocaso de Acción Nacional, hasta el estado de postración en que se encuentra el día de hoy dicho partido.

Calderón no resolvió el problema de Seguridad Pública, pero inició la construcción de un camino a transitar; fortaleció la secretaría del ramo, aplicó en la Policía Federal métodos científicos y controles de confianza, inició la reforma penal, y convocó a los gobernadores a sumarse al esfuerzo con el fin de que la existencia de corporaciones policiacas honestas y capaces, permitiera retirar al Ejército de las calles. El ex presidente no inventó el hilo negro; los protocolos de seguridad siempre han existido, pero fueron manipulados a capricho por los gobiernos priístas hasta que el viejo sistema tocó fondo en el sexenio de Salinas de Gortari, con los homicidios de Luis Donaldo Colosio y del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.

En su libro Calderón acusa a los gobernadores de oposición a su gobierno de haberse hecho los desentendidos en el tema de seguridad y en algunos casos de aliarse con bandas criminales, aunque menciona como honrosas excepciones al priísta Rodrigo Medina de Nuevo León y al perredista Lázaro Cárdenas Batel de Michoacán. A la administración de Peña Nieto, Felipe reclama haber suprimido la Secretaría de Seguridad, y haber desmantelado las bases sentadas durante su sexenio.

El libro cuyo comentario nos ocupa, es un valioso referente para encauzar el debate político del presente. En el contexto del cerco de silencio que los protagonistas de nuestra vida pública, de todos los bandos, han tendido respecto al régimen de Felipe Calderón, es posible que la carrera política del ex presidente haya llegado a su fin, pero el legado de su gobierno, ofrece a nuestro país una experiencia digna de respeto y consideración.

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