Columnas Social

Las palabras tienen palabra

Los turismos e idiotismos

Juan Recaredo

"Lo bueno es que tenemos salud", sentencia una persona sin saber -o a lo mejor sí sabe, pero no le importa- que está recurriendo a un lugar común. ¿Qué es un lugar común? Así le llamamos a ese uso pobre del lenguaje, en el que se recurre a una frase prefabricada para decir algo que, en realidad, poco nos aporta a la conversación… es prácticamente un "hablar nada más por hablar".

Para quien escribe, el evitar a toda costa los lugares comunes es muy importante, porque quien los usa se pone en evidencia porque, al querer verse como un experimentado escritor, en realidad está exponiendo su inexperiencia. Por lo general, en los lugares comunes se utilizan muchos adjetivos "para que el lector se imagine lo que lee" pero esto resulta en un texto pobre. Prácticamente todos los cursos y talleres de escritura -sobre todo los de poesía- te piden que evites usar lugares muy comunes como: "estoy con el corazón en la mano", "el miedo la invadió por completo" o "su rostro mostraba unas profundas arrugas", todas frases que pretenden ser muy elegantes, pero que ya están más usadas que un paño de cantina.

A los lugares comunes también le llamamos "truismo", que es una verdad obvia y trivial. También se define como una perogrullada, o sea, una frase de Perogrullo, ese personaje del que ya le he platicado en este espacio y que dicen que sí existió en Asturias allá por el siglo XIII. El "lugar común" es diferente a lo que llamamos "frase hecha", aunque también es un recurso muy popular entre los que hablamos español. "Coger el toro por los cuernos" es una frase hecha, que no llega a ser refrán, porque para serlo debe tener alguna moraleja. Por ejemplo: "a caballo regalado no se le mira el diente", ese ya es refrán, porque ya está la moraleja implícita de que "tienes que ser agradecido".

Aquí alguien levanta la mano y pregunta insistentemente: ¿Y un modismo es lo mismo? Y yo le respondo: pues sí. Un lugar común es un modismo, y se llama de esa manera porque es un "modo" de expresar algo, que se repite por muchas personas hasta que llegar a convertirse en una "moda".

¿Y los idiotismos? Ah no, espérese, tampoco es para que me insulte, ¿ya así nos llevamos? ¡Ah! Usted se refiere a los que son giros idiomáticos que no respetan las reglas de la gramática y el sentido literal de las palabras. Se utilizan mucho y de hecho, en su origen griego se designaba a la forma de hablar del vulgo, del pueblo… de la perradita, y por eso tenía cierto tinte despectivo… ¡qué "sangrones" los griegos!

¿Ejemplos? ¡Claro! Me canso ganso… Ahí tiene usted el primero. Le doy otros: "estiró la pata", "uno que otro", "no tengo pelos en la lengua", "pa' mis pulgas", y muchísimas otras.

¿Cuáles conoce usted?

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.

ME PREGUNTA:

César Marroquín: ¿Por qué a los hospitales se les llama nosocomios?

LE RESPONDO:

A un hospital se le llama también nosocomio porque la palabra viene del griego nosos que significa "enfermedad" y komion que es "lugar donde cuidan". Nosocomio es entonces: "el lugar destinado al cuidado de enfermos".

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

Frase de Sigmund Freud: "Existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota y la otra serlo".

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