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La consumación militar de la independencia

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JULIO CÉSAR RAMÍREZ

En 2021, México celebrará el bicentenario de la consumación de su Independencia. En 2006, hace catorce años, inicié una investigación histórica de largo aliento, que me llevó a nuevas revelaciones, aún en 2020. Documentos militares que contienen cartas, certificados, hojas de servicio, comunicados y planes de operaciones desarrollados entre el 19 de septiembre de 1810 y el 16 de mayo de 1835, fueron obtenidos en Torreón el 5 de diciembre de 2005, luego de que permanecieron 25 años en el interior de una bóveda bancaria. Informes considerados como privados y confidenciales revelan ángulos desconocidos del exterminio de las tropas de Hidalgo y Morelos, quiénes eran los mandos contrainsurgentes, qué áreas tenían bajo su responsabilidad y cuáles eran sus objetivos, conflictos y operativos desenvueltos, incluso en la guerra económica declarada en las rutas comerciales Ciudad de México-Puebla-Veracruz-España y Ciudad de México-Acapulco-China.

Más de cien páginas de manuscritos amarillentos por el uso y casi 200 años de antigüedad, originales, conservan sobre papel europeo de algodón y lino, los sellos oficiales y la firma directa de los tres últimos virreyes de la Nueva España, de los primeros presidentes de México, así como de obispos, arzobispos, poderosos comerciantes y militares, dirigidos todos al general realista, contrainsurgente y después independentista Pedro Zarzosa de Oviedo, criollo descendiente de una acaudalada familia de San Luis Potosí y Sevilla.

Los reportes son parte de un rompecabezas que, en principio, revelan desde fuera de la historia oficial, cómo y con quién se estructuró la campaña militar que desembocó en la consumación de la Independencia y en la fundación del actual Estado mexicano.

El expediente militar al que tuve acceso, nos traslada, primero, del Torreón del siglo XXI a la Nueva España de las primeras décadas del siglo XIX, tomando como vehículo las alucinantes revelaciones de aquel general de a caballo, y la historia sui generis de los ultracatólicos Escuadrones Urbanos Lanceros de San Luis Potosí, inmersos en la maraña de las guerras de Independencia. Y después, nos embarca del siglo XVIII potosino a la génesis española de invasiones, éxodos y persecuciones que se pierden en la bruma de los tiempos visigóticos.

Aparece tal Pedro Zarzosa de Oviedo en la historia de México tres días después del "Grito de Dolores", el 19 de septiembre de 1810, en la hacienda de Bocas, San Luis Minas del Potosí, pocas leguas al noreste del curato donde estalló la rebelión de indios, criollos liberales y campesinos, según consta en la foja 11, de méritos, empleos y servicios.

Pero no comparece en las filas insurgentes de Hidalgo sino en las del bando contrario, en las tropas de caballería correspondientes a lanceros de los muy violentos Escuadrones Urbanos de San Luis Potosí, Los Dragones, conocidos como Tamarindos por el color de su ropa, un brazo paramilitar del Gobierno español y de la oligarquía potosina, encargados del exterminio de los mexicanos rebeldes.

Criollo de derecha y descendiente de la influyente familia Zarzosa y Torres que había llegado en 1729 procedente de Sevilla, España, Pedro Zarzosa, hijo de Juan de Dios Zarzosa, capitán de la Legión de San Carlos, y de Nicolasa Bárbara de Oviedo, se adhirió como soldado a las tropas coloniales a los 36 años de edad, precisamente el 19 de septiembre de 1810, bajo las órdenes del máximo jefe contrainsurgente, Félix María Calleja, Mariscal de Campo en el estallido de la rebelión y de quien recibió en la hacienda La Pila, San Luis Potosí, el primer curso de adiestramiento y tácticas de combate a los desobedientes.

Por orden del virrey Francisco Javier Venegas, Calleja convocó a la clase pudiente potosina para la formación de un ejército que sofocara a los insurrectos que ya avanzaban al grito de libertad con rumbo de las minas platiferas de San Luis Potosí.

A los primeros voluntarios en llegar les pidió Calleja más gente, caballos, dinero, cañones, balas. Y el joven Zarzosa regresó con 165 hombres de su familia y "dependientes", con quienes formó tres compañías de lanceros, a las que financió, valiéndole el primer ascenso a capitán, tres días después de su ingreso a las filas realistas, según relata en la foja 40 del expediente obtenido en Torreón.

Comienza así la historia militar de la contrainsurgencia que consumó la Independencia de México en 1821, hoy a punto del bicentenario.

@kardenche

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