A cuatro semanas de la elección presidencial en Estados Unidos todo indica que sólo un milagro salvará a Donald Trump de la derrota que incluso podría ser contundente y estrepitosa.
Todo parece salirle mal al magnate presidente desde el primer debate cuando se dedicó a interrumpir a su contrincante demócrata Joe Biden, quien a su vez no pudo responder con una defensa efectiva.
Pero las encuestas posteriores favorecieron al exvicepresidente quien en pocas semanas logró incrementar su margen de un promedio de siete puntos a por lo menos doce, una ganancia de cinco puntos valiosísimos que puso a Trump y a su equipo contra la pared y en un estado de evidente desesperación.
Coincidentemente unos días después fue cuando el presidente republicano y su esposa Melania salieron positivos a la prueba del COVID-19 lo que obligó a Trump a permanecer tres días en un prestigioso hospital militar de Virginia al tiempo que emitía declaraciones sin ton ni son que muy probablemente también le afectarán su imagen ante los electores.
En lugar de mantener un prudente silencio y esperar a que los médicos hicieran su trabajo, Trump se dedicó a presumir de los avances médicos de su gobierno y a pedir a los norteamericanos que no le tuvieran miedo a la pandemia luego de un largo periodo de confinamiento a nivel nacional y cuando el número de fallecidos supera los 200 mil.
En las últimas horas el mandatario ha lanzado una nueva ofensiva política para recuperar terreno en lo que será quizás el último intento de evitar su derrota.
Desde la Casa Blanca se ha empujado la aprobación de un segundo paquete de estímulos por 3.5 trillones de dólares que contempla 1,200 dólares para cada contribuyente norteamericano además de apoyos potentes para líneas aéreas y empresas de todos los niveles.
Pero los demócratas que encabeza Nancy Pelosi no estuvieron de acuerdo y apoyaron en cambio un plan de 2.2 trillones -nada despreciable, por cierto- pero que no llena los intereses del gobierno republicano.
Trump paralizó el martes las negociaciones pero el miércoles volvió a iniciarlas ante la necesidad de reactivar la economía por los estragos de la pandemia y obviamente por su urgencia de recuperar votos para el 3 de noviembre.
Aún cuando el paquete de 3.5 o 2.2 trillones sea aprobado, no le alcanzará el tiempo al inquilino de la Casa Blanca para bajarle puntos a Biden, al menos que tenga un desempeño sobresaliente en los dos debates pendientes que incluso podrían cancelarse si Trump no supera totalmente su enfermedad.
En fin, el panorama para el mandatario luce terrible cuando habría sido más fácil presumir de los logros de su gobierno -hasta antes de la pandemia- que todos reconocían y que en ese entonces le daban un amplio margen para obtener su reelección.
El crecimiento económico es uno de ellos y otro importante es el control del terrorismo que en los últimos años ha pasado a un segundo término en la mente de los norteamericanos. Incluso las masacres de ciudadanos en universidades, iglesias, cines y lugares públicos se redujeron de manera significativa.
En el ámbito de migración, un tema por demás espinoso, Trump consiguió un mayor orden al contener las caravanas y el ingreso masivo de indocumentados a Estados Unidos. Obvia decir que el muro fronterizo ha sido muy controversial y resultó más propaganda que otra cosa, pero le sirvió para ganar votos entre los sectores conservadores y racistas del vecino país.
La derrota de Trump el próximo 3 de noviembre parece inevitable, en esta ocasión le ganó el orgullo y le falló la estrategia. En política los errores se pagan caros.
NOTICIA FINAL…
La aprobación de una consulta popular para enjuiciar a los expresidentes mexicanos por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación resultó una vacilada muy similar a la rifa del avión Dreamliner Boeing 787 que transportó el sexenio pasado a Enrique Peña Nieto. Seis de los ministros apoyaron la consulta, pero el acuerdo final fue modificar la pregunta a una que nada tiene que ver con la original, pero en fin el caso era complacer al inquilino de Palacio Nacional.
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