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En la época prehispánica, rendir culto a la muerte era una tradición, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán.
El Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.
El altar está integrado por elementos básicos, cuyo valioso significado lo ha convertido en una de las partes más importantes de esta celebración. Las ofrendas se colocan en una mesa con dos niveles que simbolizan el cielo y la tierra.
Si es de tres, se les añade el purgatorio. Las más grandes son de siete niveles y representan los pasos para llegar al descanso eterno.
Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo, con su vida. La ofrenda de muertos debe tener varios elementos esenciales. Si faltara uno de ellos, se podría perder el encanto espiritual que rodea a este patrimonio religioso.
Cada uno de estos elementos guarda su historia, tradición, poesía y, más que nada, misticismo.
AGUA:
Ayuda a mitigar la sed del alma que viene de un largo camino y ayuda a fortalecer su regreso. También representa el reflejo de la pureza.
SAL:
Es un elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.
VELADORAS Y CIRIOS:
Si los cirios tienen algún motivo morado significa duelo, si se colocan en forma de cruz implica los cuatro puntos cardinales que orientan el camino del ánima a su casa. Su flama es la luz, la fe y la esperanza que guía en este y el otro mundo.
COPAL E INCIENSO:
El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el incienso aún no se conocía, este llegó con los españoles. Tras su aparición, esta fragancia limpia y purifica el ambiente, además ahuyentar los malos espíritus.
FLORES (CEMPASÚCHIL)
Flor que por su olor y color dirige las almas a nuestro hogar. En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa.
PETATE:
Funciona para que las ánimas descansen, además como mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.
IZCUINTLE:
Lo que no debe faltar en los altares para niños es el perrito izcuintle en juguete, para que las ánimas de los pequeños se sientan contentas al llegar al banquete. Es el que ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.
PAN:
Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar. El ofrecimiento fraternal es el pan.
RETRATO:
Al tratarse de la fotografía de la persona a quien va dedicado el altar debe quedar escondido, para que solo pueda verse con un espejo, dando a entender que al ser querido se le puede ver, pero ya no existe.
CALAVERAS DE AZÚCAR:
Si son medianas hacen alusión a la muerte siempre presente. Las calaveras chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.
CRUZ DE CENIZA:
Sirve para que al llegar el ánima hasta el altar, pueda expiar sus culpas pendientes.
Generalmente, el altar es adornado con papel picado, telas de seda y/o satín, donde se colocan figuras de barro, incensario o ropa limpia para recibir a las ánimas.
Este conjunto de artículos es la escenografía donde participan nuestros muertos, que llegan a beber, comer, descansar y convivir con sus familias.
