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Estados que producen

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Sigue subiendo de tono la confrontación entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el grupo denominado como Alianza Federalista, que agrupa a 10 gobernadores extraídos de Partido Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Movimiento Ciudadano (MC), Partido de la Revolución Democrática y hasta uno de extracción independiente.

Francisco García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas, Martín Orozco, de Aguascalientes, Diego Rodríguez, de Guanajuato, Javier Corral, de Chihuahua, y José Rosas Aispuro, de Durango, son los panistas que participan en este grupo, junto con los priistas Miguel Riquelme, de Coahuila, y José Ignacio Peralta, de Colima; además de Enrique Alfaro, de Jalisco, de Movimiento Ciudadano; y Silvano Aureoles, de Michoacán, del Partido de la Revolución Democrática. Concluye la lista el independiente Jaime Rodríguez Calderón, de Nuevo León.

El punto central de la confrontación entre los aliancistas es la decisión del presidente de la república de centralizar todos los recursos posibles en sus manos, y para ello no vaciló en absoluto en echar de los diputados y senadores de su partido y aliados para llevar a cabo su plan, en detrimento del margen de maniobra de los estados, a los que el primer mandatario no solo siquiera planteó dejarlos sin crecimiento en sus presupuestos locales al menos para reponer el desgaste inflacionario, sino que incluso plantea arrebatarles hasta el 6 %, una disminución sustantiva y que, de materializarse, pondrá en verdadero predicamento a las arcas estatales.

Existe un par de antecedentes que han causado este punto de algidez entre los 10 gobernadores y el presidente. El primero de ellos fue la decisión de los aliancistas de apartarse de la Conferencia Nacional de Gobernadores, grupo que aglutinó por años a los 31 mandatarios estatales y a la persona titular de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. La principal función de esta organización era ser un punto de diálogo con la propia Federación.

Con menos de dos años de gobierno de la presente Administración federal, gobernadores que hoy conforman la Alianza Federalista decidieron apartarse de la Conago alegando que sus propuestas no encontraban eco alguno ante los funcionarios del Gobierno de la república, mucho menos del presidente.

El segundo antecedente fue la concreción de la extinción de más de una centena de fideicomisos preexistentes al actual Gobierno, en la cual la mayoría de ellos por su propia naturaleza tenían sus recursos destinados para los objetivos que fueron creados, entre ellos la promoción de la ciencia, la tecnología y el deporte.

En la panza de esos fideicomisos el presidente López encontró casi 70 mil millones de pesos que ya tenían un fin específico, pero usando los votos que él controla en el Congreso de la Unión y bajo su típica descalificación de corrupción para efectos mediáticos se allegó para sí esos fondos, dañando indirectamente a los Estados.

Ante lo evidente del próximo proceder del dignatario federal de no dar un paso atrás en despojar a las entidades federativas de parte de su presupuesto, incluso en son de burla retando a los gobernadores rijosos, como los han denominado las propias huestes presidenciales, López Obrador ha sugerido que se lleven consultas a los ciudadanos donde gobiernan los aliancistas para preguntar de qué lado están, confiando en su todavía alto índice de aprobación.

Con gallardía, varios de los aludidos han aceptado la propuesta, entre ellos el coahuilense Miguel Riquelme, que sin cortapisas ha respondido dispuesto a realizar la consulta en el terreno que sea. Quizá el 49 % contra 19 % que el PRI le acaba de propinar a Morena apenas 12 días atrás le dé esa seguridad de desafiar cualquier capricho presidencial. Igual lo han hecho los gobernadores de Nuevo León, Guanajuato y Jalisco.

Se habla incluso equivocadamente de romper el Pacto Federal. Nadie está pensando en acciones separatistas. Lo que sí se está planteando es romper el Pacto Fiscal, que consiste fundamentalmente en retirarse del añejo convenio en el que los Estados cedían la Federación la facultad de recabar casi todos los impuestos, incluso los de naturaleza local.

En el fondo hay un par de elementos: cierto lo que dice el presidente, el año que entra hay elecciones federales y cada quien trata de llevar agua a su molino. Pero también es cierto que los estados aliancistas son las entidades más productivas que en el reparto de recursos reciben mucho menos de lo que aportan, en aras de mantener a los estados pobres de México. Eso sí es un problema de fondo y quizá al presidente, que suele no ponderar el sistema productivo, no mida las consecuencias de pelear de la manera que lo está haciendo con los estados que producen.

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