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Los fieles difuntos

JULIO FAESLER

Casi ya 100,000. La enfermedad mundial ya nos cobró vidas que mejores precauciones del gobierno y más cuidado personal lo habrían evitado. No se ha acabado. Falta la otra mitad que bien podría irse hasta la próxima Semana Santa. Para entonces nos habríamos preparado para lanzar a nuestro país a reponer el tiempo perdido y a descubrir nuevos horizontes más amplios que los que quedaron atrás.

Lo andado nos enseña que el gobierno se ha malgastado en recriminaciones y dudosos proyectos; los programas sociales son insuficientes para inyectarle fuerzas a nuestro latente potencial necesitamos estimular la producción.

Son las desequilibradas finanzas que agravan los numerosos problemas de corrupción impune, desempleo, inseguridad, deficiencias en servicios sociales y educación a los que se suma la presente descontrolada pandemia lo que explica que los gobernadores de la Alianza Federalista exijan terminar, con un trato financiero y fiscal justo, el trato discriminatorio que sufren sus Estados por la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador. El nuevo protocolo no da más opción que conversar con Hacienda o Gobernación. Es un México escindido por la honda diferencia entre el norte industrial y un sureste fértil pero atrasado.

Nada nuevo. Desde la formación de la Unión Europea en 1958 hasta este momento sigue sin resolverse la brecha entre los desarrollados y el rezagado mezzogiorno. En los últimos años el fenómeno en México ha aumentado. Un justiciero reparto entre los Estados que más recursos aportan a la Federación y los rezagados. Es un esfuerzo por hallarle la cuadratura al círculo.

No hay materia para justificar ver a los gobernadores fue la primera reacción del Presidente de la República. El asunto se estrellaba contra los sillares del Palacio Nacional. La respuesta del dueño del poder monolítica era socarrona: los Estados pueden salir debiéndole a la Federación. El presidente sugirió que los gobernadores consultaran a sus pueblos. Un gobernador "aliancista" aceptó el reto: preguntar si en su Estado se desea un mejor arreglo fiscal.

La palabra de AMLO es definitiva y además obliga. Como un Carlos III, que no toleraba que se hablara mal de él, que mandó decirle a sus súbditos de la Nueva España "… De una vez para lo venidero deben saber los súbditos del gran monarca que ocupa el trono de España, que nacieron para callar y obedecer, y no para discutir ni opinar en los graves asuntos del gobierno..." (Bando de junio 1767, el Marqués de Croix)

El presidente dijo que el gobierno transfiere en tiempo y forma todos los recursos que legalmente le corresponde y no transferirá a los Estados fondos que corresponden a programas sociales porque esos apoyos serán dados directamente. Semejan afirmación calentó más los ánimos. A la vista de todos estaban las arbitrariedades en la desaparición de albergues y guarderías, la desautorización de entidades de servicio social entregando al gobierno esas tareas, la erradicación indiscriminada de los fideicomisos de largo alcance sin más excusa que la de hacerse un presionado gobierno de sus recursos.

No contento aún, ahora se lanza AMLO contra la subcontratación, tercerización (outsourcing) que, como los fideicomisos hay distinguir entre las que cumplen el sano propósito de creación y las que los empresarios vivillos utilizan para burlar las normas fiscales y laborales. Se niega a apoyar a las PYMES que fabrican o de fabricar componentes que provean a las ensambladoras de contenido mexicano a sus exportaciones que nuevas reglas del mercado socio al norte requieren aumentar

Los que "mandan mandando no quieren obedecer para luego mandar". No hay para qué recibir y conversar con los que solo saben protestar, dijo el presidente. Pero los chihuahuenses que que tomaron la Presa Boquilla obligaron al presidente a negociar con los norteamericanos una solución en los mismos términos que habían planteado. La obstinación del presidente costó una vida humana.

La perspectiva de una conversación entre la demanda de revisión y ajuste al Pacto Federal Fiscal es la única vía. El presidente deja entender su disposición "dejando fuera la política". Se trata de una "oposición leal" de la que ningún gobierno debe prescindir. Pero sin la política no hay entendimiento.

La coyuntura de estos momentos es, como todas, crítica y no hay que olvidar el tiempo como el recurso más escaso. La pandemia nos está marcando el paso y nos está concientizando. Las Ánimas Santas nos observan y se preguntan si ya entendimos.

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