Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"Para que mi esposa grite durante el acto del amor yo lo hago en modo muy salvaje". Eso contó un tipo que departía con sus amigos en el Bar Ahúnda. Dijo otro: "Para que mi esposa grite durante el acto del amor yo le doy apasionados chupetones en los hombros y el cuello". Manifestó Capronio, sujeto ruin y desconsiderado: "Para que mi esposa grite durante el acto del amor yo la llamo por el celular y le digo con quién lo estoy haciendo". He aquí una linda adivinanza para pensar un poco. Dime una palabra en la cual no aparezca ninguna de las letras que vienen en el nombre "Eulalio". Más adelante viene la respuesta. Una mujer llegó a las puertas del Cielo y le preguntó a San Pedro si su difunto esposo estaba ahí. El apóstol de las llaves anotó el nombre del marido y luego procedió a buscarlo en sus registros. Le informó a la mujer: "No; no está". "¡Bendito sea el Señor! -exclamó ella-. ¡Entonces sí es el Cielo!". El profesor Cornato regresó a su casa antes de lo esperado y sorprendió a su esposa yogando con un desconocido. Al ver aquello prorrumpió en voces de iracundia y le espetó a su cónyuge los nombres de mujeres de la Historia famosas por sus descarríos. Le gritó: "¡Mesalina! ¡Aspasia! ¡Jezabel! ¡Thais! ¡Dalila! ¡Salomé!". Le dijo la señora: "¡Ay, Cornato! ¡Hasta parece que estás pasando lista!... La pequeña hija de Babalucas cumplió años, y su papá le regaló un martillo de tamaño grande. La esposa del tontiloco le preguntó, extrañada: "¿Por qué le regalas a la niña ese martillo?". Explicó Babalucas: "Me dijo que quería un rompecabezas". Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, fue a una librería. Le ofreció el encargado: "Quizá le interese este libro: 'Los hábitos del cardenal'. Es muy interesante". Contestó ella: "No acostumbro leer libros religiosos". Precisó el librero: "No es un libro religioso. Trata del pájaro". Doña Panoplia se indignó: "¡Pornografía menos!". El notario les leyó a los parientes de don Pecunio, rico señor recientemente fallecido, el testamento de su familiar: "En el momento de dictar mi última voluntad me encuentro en posesión de todas mis facultades físicas y mentales, como lo prueba el hecho de que en un año me gasté todo mi dinero en vinos y mujeres". En una fiesta entablaron conversación tres señoras que no se conocían. Dijo una: "Mi marido produce café. Tiene cafetales". Comentó otra: "Mi esposo produce azúcar. Tiene cañaverales". Manifestó la tercera: "Entonces mi marido produce congas". (No le entendí). Sin temor a faltar a la verdad ni a la caridad cristiana debo decir que Picio era muy feo. En cierta ocasión fue al zoológico, y un orangután le pidió: "Preséntame a tu abogado, a ver si me saca a mí también". Eran tres hermanos, uno de 5 años, otro de 10 y el tercero de 15. Cierta noche la criadita de la casa y su novio estaban haciendo el amor en el cuarto de la chica. Los vio el pequeño de 5 años por la cerradura de la puerta y se asustó. Llamó a sus hermanos y les dijo con alarma: "¡Están peleando!". Se asomó a la cerradura el de 10 años y lo tranquilizó: "No están peleando. Están haciendo el amor". El de 15 años se asomó igualmente. Después de unos momentos declaró: "Y muy mal". Respuesta a la adivinanza. La única palabra en que no aparece ninguna de las letras que vienen en el nombre "Eulalio" es la palabra "y". Aquel marido era celoso, incluso del tiempo pretérito. Un día le exigió a su esposa: "Dime el nombre de los hombres que han pasado por tu vida, en orden cronológico". "Déjame ver -respondió ella-. Están Juan, Pedro, Antonio, Francisco, Manuel, tú, Ricardo, Alfonso, Jaime.". FIN.

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