El equipo de jóvenes, plagado de enfermos y lesionados, le pegó al “súper equipo”, al que no le cabe una estrella más. ¿Recuerdan la pelea entre David y Goliath? Algo así pasó el domingo pasado en el TSM.
Pocos pensarían que Santos, luego del sufrido empate en el estadio Jalisco ante el tristísimo Atlas, podría contra la impresionante nómina de los Rayados, pero el equipo de Javier Aguirre aún no se “agarra”. Sí, es impresionante el arsenal ofensivo con el que en teoría cuenta, pero hasta ahora, el funcionamiento ha dejado mucho que desear. Así que el partido del domingo podemos verlo desde dos ángulos: el equipo que con poco sigue haciendo mucho o el que con mucho, ha demostrado poco.
El triunfo de los Guerreros es para gritarlo, como ya se ha hecho. Devuelve a Santos a los primeros lugares. Confirma que el Corona es una aduana pesada para quien sea. Devuelve la confianza a los aficionados, al mismo tiempo que siembra la duda de lo que pasó una semana atrás en Guadalajara. Como sea, Santos es real, con lo “poquito” que tienen.
Aunque yo diría que las cosas, con calma. Es mejor ir de más a menos y no desplomarse en los momentos de mayor apremio. El conjunto de Almada necesita consolidarse primero. De mucha ayuda será el recién llegado Ibargüen, y si los lesionados se alcanzan a incorporar, para fechas de liguilla, este equipo podría ser un verdadero dolor de cabeza para cualquiera, apelando a la localía como una de sus grandes fortalezas.
El partido contra Monterrey no estuvo disparejo. No es de extrañarnos tampoco que el rival siempre venga con precauciones primero. El primer tiempo estuvo aburrido; casi al final, llegaron algunos motivos para levantarse del asiento y ya. En la segunda mitad, la cosa mejoró. Almada sabe mover sus piezas y aprovechar al máximo lo “poquito” que tiene. Dicen que era un equipo olvidado y parchado; la percepción es real. Lejos de quejarse o conformarse, el director técnico se ajusta a lo que hay y lo hace funcionar. La asignatura que tiene pendiente: liguilla.
El domingo, Dória aprovechó un error del portero visitante y, con un esfuerzo extra, logró anidar el balón en las redes. Luego, casi para finalizar, salvó en la raya a sus Guerreros. Pero el triunfo es de todos los albiverdes. Le quitaron el invicto a un rival odiado y avanzan a paso seguro hacia la tierra prometida. Ahí la llevan.
El último encuentro entre estos dos equipos en el mismo escenario había sido el 1-1 en la vuelta de los cuartos de final en el Apertura 2019, el 1 de diciembre de ese año. El desenlace de la historia lo conocemos todos. Por eso, y muchas cosas más, era importante conseguir el ansiado triunfo. Santos no puede permitirse el lujo de dejar ir puntos en casa. Hasta ahora, lo ha hecho bien, en una parte del calendario que al principio lucía por demás complicada.
¿Cómo pagarían las apuestas? El equipo “chico” (por edad) le pegó al de las múltiples estrellas, la historia romántica de David y Goliath vino a darse en “la tierra de los grandes esfuerzos”.
Y ya ni hablar del terregal, que siempre sorprende cuando aparece pero al que nosotros, los laguneros, ya deberíamos estar por demás acostumbrados. Cuando se da, lo presumimos como si fuera un motivo de hacer turismo; nos sentimos en el Sahara, en Dubai…
Bonito domingo en la Comarca. Santos hizo la tarea, mientras que el “Vasco” y sus Rayados se fueron empanizados y con mucho por trabajar. Próximo parada: el jueves en San Luis, ante el también sorprendente Atlético. Ese sí que tiene que ser un “agarrón”.
Y de los “incomparables” Tigres ya ni hablamos, es mejor así; otra final perdida ante los ojos del futbol internacional.
¿Le seguimos? Soy @Foko_54 en Twitter. Respondo también en @Champs_MX
Eduardo Sepúlveda // @Foko_54
