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PEQUEÑAS ESPECIES

HUESO ATORADO

Es común que cuando llevan a un paciente a consulta, con el problema de "un hueso atorado" o un "cuerpo extraño", es por lo regular una enfermedad en las vías respiratorias altas, el perro empieza con una tos intermitente y efectivamente actúa como si trajese algo atorado en la faringe y continuamente pretende vomitar. Existe una enfermedad de origen bacteriano en los perros que es muy común; Bordetella o Traqueobronquitis infecciosa, también llamada "tos de las perreras", la mayoría de los veterinarios dedicados a las pequeñas especies la incluimos en el calendario de vacunas. En más de cuatro décadas de práctica veterinaria, el noventa por ciento de los pacientes que han llevado por un hueso atorado, han sido por infecciones respiratorias en vías superiores, de ahí la importancia de una buena anamnesis y revisión del paciente. Hace tiempo atendí a "Sam", un labrador... Más en la página 14

Pequeñas especies. Viene de la página 2

...de cinco años de edad, uno de los pacientes más nobles que haya tenido el privilegio de ser su veterinario, lo llevaron por que tenía dos días con estornudos, tos, lagrimeo, anorexia, nauseas y constantemente se tallaba con sus patas delanteras el hocico, como si tuviese algo que le molestara, ese último detalle fue el que me hizo ver una sintomatología diferente a una infección de vías respiratorias. Aunque en todos los casos siempre realizamos el protocolo de una anamnesis y revisión general de nuestros pacientes, aún tengamos ya un diagnóstico presuncional. La temperatura, respiración, frecuencia cardíaca, normal, al momento de revisar la parte interna de la boca del paciente, salí de dudas, se encontraba atorado un enorme hueso de lado a lado en la parte superior del paladar, haciendo una cuña con los molares superiores de extremo a extremo. Como todo labrador, extremadamente noble, se dejo revisar sin necesidad de un tranquilizante, cooperaba perfectamente, intenté extraer el hueso con la mano pero se encontraba fuertemente adherido, se trataba de un tramo de costilla de res, pensé utilizar una pinza hemostática o un fórceps, pero el hueso era demasiado grande y se encontraba extremadamente encajado, así que tuve que recurrir a mis herramientas del automóvil y utilizar una pinza mecánica, vi con asombro a los dueños de la mascota sin decirme alguna palabra, observaban como introducía la pinza, previamente desinfectada, dentro de las fauces de su perro y sacar ese enorme cuerpo extraño de su hocico, fue una decisión acertada, pues de otra manera no podía haberla realizado con rapidez y eficacia sin causar daño a mi paciente, y lo más asombroso no hubo necesidad de aplicar anestésico alguno.

Otro de los pacientes que realmente presentaba un "hueso atorado" fue "Panchito", un chihuaheño de siete meses de edad y menor de un kilogramo de peso. No me encontraba en el consultorio cuando me avisaron que tenía un paciente de urgencia con un hueso atorado, afortunadamente me encontraba muy cerca de la clínica y pensé, debe de ser un problema respiratorio, más con este clima frio y por la raza les afecta más, no demoré en llegar a la clínica. Cuando vi al pequeño chihuahua, se encontraba desesperado por no poder respirar, inmediatamente nos damos cuenta por el semblante del paciente cuando sufren o hay dolor. Al revisarlo noté inmediatamente su lengua cianótica, una coloración azul por la falta de oxígeno, desesperación al no poder respirar, ojos extremadamente abiertos reflejando una expresión de dolor. Hice a un lado el protocolo de checar temperatura, frecuencia cardíaca, etc., inmediatamente revise el interior de la boca de mi paciente con la lámpara y no vi el cuerpo extraño, introduje el dedo índice al interior del esófago y noté una enorme masa sólida seis veces más grande que el diámetro de la luz del esófago, intenté extraerlo con el dedo pero fue inútil debido a lo grande del objeto, a lo profundo y herméticamente atorado, además de resbaladizo, al cerrar su boca me encajaba sus molares como alfileres en mi dedo índice, provocándome un dolor intenso, al palparlo externamente a través de su cuello, tenía una dimensión de cuatro centímetros, veía como aumentaba la cianosis de la lengua por la falta de oxígeno, urgía la extracción o moriría de asfixia. Los propietarios de "Panchito" un señor de edad avanzada y su hija, solo observaban detenidamente mis movimientos, extraje las charolas de instrumental de la estufa de esterilización, buscaba el utensilio adecuado para extraer el cuerpo extraño, mis movimientos eran rápidos, estaba contra el tiempo. Hice el intento de extraerlo con unas pinzas hemostáticas, pero fue inútil debido a lo grande del objeto, probé con unas pinzas dientes de ratón, demasiado pequeñas, además el paciente no cooperaba por sus constantes movimientos de desesperación, decidí anestesiarlo para trabajar con más calma, la anestesia podía provocar vómito y broncoaspiración, de ahí la duda en utilizarla. Ya dormido mi paciente, introduje a la pequeña boca un fórceps obstétrico, trabajaba completamente a ciegas pues el cuerpo extraño se encontraba muy profundo en el esófago afectando la tráquea, presentó un ligero sangrado, algunos colegas se preguntarán porque no utilizaba un endoscopio, por la sencilla razón de que carecía de ese costoso aparato. Después de unos minutos, que fueron horas para mí, logré asir el cuerpo extraño y procedí a extraerlo aplicando una pequeña fuerza, no logré moverlo un centímetro, dudé si el fórceps estaba colocado correctamente, no tenía tiempo de volver a intentarlo, había batallado en la fijación, solo imaginé la anatomía del pequeño esófago de mi paciente, no podía estar en otro lugar más que el indicado, utilice mayor fuerza y fue cuando logré extraer el gran hueso, la respiración se normalizó y la lengua volvió a su color inmediatamente. Se trataba de un hueso cúbico de tres por cuatro centímetros, de un metacarpo de cerdo, de no haber estado presentes sus dueños, de seguro no hubieran dado crédito al mostrarles el hueso, fue tal su asombro que lo conservaron para llevarlo a casa y no volver administrar huesos como alimento. Antes de dar la alta, apliqué y prescribí algunos medicamentos al pequeño glotón de "mi tocayo".

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