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El miedo de AMLO y su muro antifeminista en Palacio Nacional

DOBLE FONDO

JUAN PABLO BECERRA-ACOSTA

¿Qué país canalla es este donde hay un pequeño ejército de 33 mil 822 violadores, abusadores sexuales, acosadores y hostigadores sexuales?

¿Por qué habrán levantado semejante muro frente a Palacio Nacional? ¿No que en este gobierno no serían igual que los otros, los de la mafia del poder que se alejaban de la realidad, los que no entendían que no entendían?

¿Quién lo ordenó? El Presidente. O al menos lo consintió, porque una fortaleza así, debajo de su balcón, es imposible que sea erigida sin su aval.

Entonces, ¿Por qué habrán amurallado de esa manera al Presidente? ¿Tienen pavor sus consejeros y sus productores? ¿Tiene miedo él mismo de la furia femenina que podría desatarse a partir de este lunes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer?

Pero, ¿Por qué? No veo ninguna razón para tanto temor. ¿O acaso durante las últimas semanas Andrés Manuel López Obrador ha defendido hasta la ignominia a un presunto violador, sin tomarse la molestia de al menos escuchar a la víctima más reciente de Félix Salgado Macedonio (la más reciente de que se tenga conocimiento)?

Pues ha de ser eso. Se trata de una joven mujer, de nombre reservado como J, que fue fue violada, golpeada y amenazada en repetidas ocasiones durante 2016 por el hoy candidato a gobernador de Morena, según consta en la denuncia que ella presentó ante la Fiscalía de Guerrero, y a la cual tuve acceso.

La carpeta de investigación, donde se documenta que en mayo de 2016 la mujer fue drogada y quedó inconsciente mientras era violada, fotografiada y grabada, presuntamente por el llamado "toro sin cerca", existe desde el 2016, NO surgió este año electoral, como afirma -y por tanto miente- el Presidente.

Así que, pensándolo detenidamente, hacen bien en tener miedo López Obrador y los suyos. Hacen bien en aislarse en los silenciosos pasillos palaciegos. Y hacen bien, porque el enojo de las mujeres está más que justificado. Mire usted los datos más recientes disponibles en el Sistema Nacional de Seguridad Pública:

-En 2020, en plena pandemia, hubo 939 feminicidios en el país. En promedio, al menos dos sujetos asesinaron impunemente a dos mujeres mexicanas cada día (2.5). Por favor visualice: se trata de una mujer privada de la vida cada doce horas, una mujer que pudo haber sido su madre, su hermana, su hija, su nieta, su novia, su mejor amiga.

-En 2020 hubo, además, 2,791 homicidios dolosos contra mujeres. Al menos siete mujeres asesinadas cada día (7.6), en promedio.

Entre feminicidios y asesinatos, se trató de diez mujeres muertas (10.1) violentamente cada jornada. ¡Diez! Cinco mujeres ultimadas cada doce horas, en promedio. Cinco mujeres arrancadas de la vida mientras usted trabaja cada día.

-El machismo y la misoginia no paran ahí: a manos de feminicidas en potencia, 57,496 mujeres fueron víctimas de lesiones dolosas el año pasado. Fueron 157 por día, al menos seis cada hora.

-16,545 mujeres mexicanas fueron violadas en 2020. Es un espanto: 45 mujeres violadas sexualmente cada día. Y vaya usted a saber cuántos casos hubo realmente, porque en 2020 el 911 recibió 3,554 llamadas de emergencia por casos de violación, más 5,347 llamadas por abuso sexual, más 8,376 por acoso u hostigamiento sexual.

¿Qué país canalla es este donde hay un pequeño ejército de 33 mil 822 violadores, abusadores sexuales, acosadores y hostigadores sexuales, y un presunto entre ellos es defendido cada día en Palacio Nacional?

¿Qué país? Un país macho en el que miles de mujeres tienen al enemigo en casa: el año pasado hubo 236 mil 562 llamadas de emergencia al 911 por violencia de pareja. Es monstruoso: 646 mujeres pidiendo protección por día, 26 por hora, al menos una mujer secuestrada en su hogar cada tres minutos.

Con razón el miedo y la muralla en Palacio Nacional. Y debería haber un muro en cada entidad y en cada municipio de este país, porque el Estado mexicano les ha fallado a las mujeres, les sigue fallando en protegerlas, o al menos, en hacerles justicia. Y la sociedad, en su conjunto, ni se diga: cómplice y omisa.

Una vergüenza todos. O cambia esto, o cambia esto…

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