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MUJERES EN LA HISTORIA

MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

El Día Internacional de la Mujer se conmemora cada 8 de marzo desde 1975, en reconocimiento a los derechos de la mujer. Fecha implantada por la ONU en ese año.

Valoramos el desempeño de nuestras congéneres en el mundo exterior, respecto a los derechos: Sobre el cuerpo; salud y educación; derechos laborales; derecho a votar y ser votadas, entre otros. Hay mujeres icónicas, como las mexicanas Frida Kahlo o Sor Juana, y muchas más que, sin tanta popularidad o reconocimiento, han dado debida muestra de su enorme capacidad para modificar su entorno y hacer historia.

Un personaje que en lo particular me resulta entrañable, es María Curie, considerada la madre de la física moderna. Ganadora de dos Premios Nobel, el primero en Física junto con su esposo Pierre, en 1903, y el segundo por cuenta propia, en Química 8 años después. "Nada en este mundo debe ser temido, sólo entendido", sabias palabras que se hacen presentes de la mejor manera en este momento, a casi 90 años de su muerte.

Hellen Adams Keller fue poseedora de un espíritu inquebrantable, con el que venció grandes limitaciones físicas para aprender a leer y escribir, y más delante para dictar conferencias a favor de los derechos humanos, en particular de las personas con discapacidad. Nacida a finales del siglo 19, por enfermedad perdió tanto la vista como el oído. Enfrentó enormes dificultades para comunicarse, mismas que, con la ayuda de su institutriz de nombre Anne Sullivan fue venciendo hasta integrarse a la sociedad, para la cual contribuyó de distintas maneras, en particular con el ejemplo de su voluntad. "En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha." Dijo, poco antes de morir.

Como en una galería que visitamos es la historia, cada cual escoge sus figuras preferidas. Una tercera es Simone de Beauvoir, literata francesa muy adelantada a su tiempo, que nos dejó obras con total vigencia hoy en día, como es el caso de "El segundo sexo", publicado en 1949. Fue muy auténtica; su estilo de vida y de expresión significó un punto de quiebre en la lucha de las mujeres por sus derechos civiles. Una frase suya, de lo más apropiada en tiempos de pandemia: "Hoy estamos teniendo dificultades para vivir porque estamos muy empeñados en burlarnos de la muerte."

Transcurrió la segunda mitad del siglo pasado con grandes figuras femeninas que demostraron que nada es imposible por razón del género, y que el valor de una mujer no está dado por su apariencia ni por la sumisión frente al varón. Proviene de la capacidad que ella desarrolle para tocar y cambiar la vida de quienes le rodean. No descuida su casa, ella se reorganiza, se apoya con los miembros de su familia, y actúa para llegar más allá de su entorno inmediato.

Entre políticas, diplomáticas, artistas y científicas que han trabajado a favor de la humanidad en estos últimos 70 años habría muchas que mencionar. En nuestro país han descollado incontables congéneres, tantas que no habría espacio para mencionarlas a todas. El rasgo común que comparten es el de salir a luchar por los derechos de otras personas, más allá de los propios o de sus inmediatos. Contar con la seguridad personal, la valentía y el liderazgo para detectar esas necesidades en su comunidad; estudiar los problemas que les aquejan; plantear posibles soluciones, y lanzarse a resolverlos.

Me encontré por ahí una frase que me atrapó. La escribe una internauta argentina llamada Laura Garza: "El feminismo no se trata de actuar de manera antagónica frente al varón, no se trata de desafiarlo, ni de rayar paredes o destruir monumentos. Es defender el origen más profundo de la mujer".

A todas llega a sucedernos, que en nuestra desesperación frente a un sistema que de muchos modos privilegia los derechos del varón sobre los de la mujer, quisiéramos lanzarnos en contra de lo establecido para que las cosas cambiaran. En un segundo vistazo entenderemos que, como en muchos procesos mentales, primero viene el enojo y luego la calma. Entonces visualizamos que, a través de la ira, poco va a lograrse. Si queremos cambiar la estructura social, necesitamos organizar el cambio a partir de una base racional, hacia una modificación progresiva y sostenida que vaya abarcando todos los estratos sociales. Eso no se hace de un día para otro.

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