Debemos entender la obesidad como una enfermedad crónica y multifactorial y tratarla como tal.
Nos encontramos en una era en donde la prevalencia del sobrepeso y obesidad es muy alta, con alrededor del 70% de la población mexicana sufriendo de estas condiciones.
Si bien el peso corporal es muchas veces difícil de cargar para las personas que la padecen, el peso del estigma relacionado a su sobrepeso es aún mayor.
La obesidad es altamente estigmatizada en nuestra sociedad, las personas con sobrepeso u obesas están expuestas a discriminación, exclusión y prejuicios en muchas de las diferentes esferas de su vida, incluyendo el trabajo, la escuela, la familia, el sistema de salud, entre otros.
Este sesgo negativo basado en el peso sigue siendo socialmente aceptado e ignorado, dejando a muchos con riesgo de ser tratados injustamente e impactando profundamente su vida.
Pero, ¿qué es exactamente el estigma? La estigmatización de la obesidad se refiere a las actitudes negativas hacia una persona basadas en su peso o derivadas de sufrir sobrepeso u obesidad.
El crear estereotipos ligados al peso es muy común, y generalmente se les ve como individuos menos capaces, más flojos, menos productivos, o simplemente que carecen de fuerza de voluntad suficiente para bajar de peso y cuidar de su salud.
Generalmente, estas actitudes negativas se traducen en acciones como rechazo social (exclusión, ser ignorados, dificultad para establecer relaciones personales), agresiones verbales (apodos, bullying, bromas, comentarios negativos), y/o agresiones físicas.
Aunque muchas de estas prácticas sean realmente comunes, y muchas veces sutiles, en nuestros grupos sociales, no dejan de representar un estigma latente hacia el sobrepeso.
Estas experiencias de marginalización tienen un efecto en los individuos y causan estragos psicológicos, sociales y físicos como baja autoestima, baja calidad de relaciones sociales, y prácticas no saludables de control de peso como trastornos alimenticios.
Incluso, es común que se internalicen en ellos mismos, convirtiéndose en una forma de autoestigma.
Debemos entender la obesidad como una enfermedad crónica y multifactorial y tratarla como tal.
Es importante dejar de creer que la obesidad está totalmente en el control del individuo que la padece ya que existen otros factores biológicos, genéticos, socioculturales y psicológicos que influyen en el entorno para fomentar y reforzar esta condición.
Un buen primer paso hacia un futuro sin estigmatización sería hacer un poco de autorreflexión y analizar nuestros propios prejuicios y actitudes hacia todos la gente que padece sobrepeso y tratar de cambiar la asociación negativa que tenemos hacia ellos.
