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SIGLOS DE HISTORIA

Don Santiago Lavín, un cántabro progresista (PARTE III Y ÚLTIMA)

Los hermanos Lavín: sentados, Alejandro, Gilberto y Pablo Lavín Veloz; de pie, al centro, Benjamín Lavín Barquín.

Los hermanos Lavín: sentados, Alejandro, Gilberto y Pablo Lavín Veloz; de pie, al centro, Benjamín Lavín Barquín.

ROBERTO MARTÍNEZ GARCÍA

Desde el mes de septiembre de 1883 la compañía del Ferrocarril Central Mexicano compró a don Santiago Lavín una faja de tierra de 30 metros de ancho por 22,500 de largo, fueron 67 hectáreas para tender las vías por todo el terreno de la hacienda Noé. El valor en que se tasó la faja fue de 15 mil pesos.

Combinando su optimismo y visión con su sentido filantrópico ideó un proyecto: crear en la estación una nueva población, este lugar estaba distante de la villa de Lerdo a varios kilómetros y se llegaba a él por diferentes medios de transporte. Santiago Lavín era frecuente usuario del ferrocarril, pues tenía su casa en la villa de Lerdo y la cabecera principal de su propiedad en la estación Noé. De esta manera, a partir del 15 de septiembre de 1885, inició un interesante proyecto de colonización en los terrenos adyacentes a la estación Lerdo. Empezó entregando predios, a través de donaciones, para ser habitados bajo rigurosas condiciones, asentadas ante notarios, a empleados, comerciantes, agricultores y labradores. Las condiciones eran a) el terreno debería ser construido por viviendas, almacenes o cualquier otro edificio que conservara el carácter de finca urbana, b) el terreno debía ser rodearlo con un cerco de al menos tres metros y medio de altura, c) el beneficiado quedaba obligado a plantar en las calles que limitaban su propiedad con una línea de fresnos u otros árboles de ornato, ubicados a cinco metros de distancia cada uno, debiendo hacer esa plantación en el término de ocho meses, y cuidando de los árboles para su desarrollo por el término de tres años y d) se debía cercar el terreno en un plazo máximo de tres años, pero si vencía tal lapso sin cumplir las condiciones de cercar y plantar árboles, la donación sólo seguiría vigente en la parte de terreno que se hallara cercado y plantado, volviendo lo restante al poder del señor Lavín.

Uno de los beneficiados fue Epigmenio Rodallegas, éste fue comisionado por el señor Lavín para que hiciera el trazo y fraccionamiento de la nueva población; fue de los primeros en instalarse como poblador, ahí fundó un pequeño restaurante, luego un hotel y después una tienda de comercio. Los reveses económicos lo hicieron emigrar a Piedras Negras, Coahuila y finalmente a Douglas, Texas, lugar donde falleció el 10 de septiembre de 1909.

Poco tiempo después de cumplirse el primer aniversario del fallecimiento del licenciado Francisco Gómez Palacio, Santiago decidió, en un acto que lo honra, ponerle a la población que fundó el nombre del ilustre gobernante, demostrando ser un hombre agradecido y leal. La zona creció rápidamente, la gran cantidad de pasajeros y mercancías provocaron que se creara un medio de transporte que cubriera la distancia entre Gómez Palacio y Lerdo, así nació el tranvía arrastrado por ganado mular, años después la población que Lavín fundó se conectaría por tranvía eléctrico con la creciente villa del Torreón.

Poco a poco, los resentimientos provocados por hechos pasados fueron olvidándose, las circunstancias políticas que prevalecieron en el estado de Durango, a raíz del desplazamiento del grupo del que había formado parte Francisco Gómez Palacio, hicieron que el señor Lavín buscara acercamiento con otros círculos políticos de mayor rango. La expedita comunicación por ferrocarril con la capital mexicana, que permitía estar en ella desde La Laguna en tan sólo 24 horas, facilitó las cosas, ya que antes era un viaje que llevaba semanas. Al parecer su visión como empresario y conocedor de las fortalezas y debilidades humanas le facilitaron las cosas para que sus terrenos se convirtieran en un polo de desarrollo agroindustrial. Varios actos confirman tal aseveración y dan cuenta de su mesurado proceder: la venta de las fértiles tierras a bajo precio a la compañía ferroviaria, la donación de terrenos para dar nacimiento a una nueva población y en 1889, haber aceptado sin protesta, la expropiación de una franja de terreno que comprendió 123 hectáreas para ser utilizadas en el cruce del canal que llevaría el agua hacia las recién abiertas tierras de Tlahualilo.

Ya en 1886 había aumentado el número de sus tierras al lograr que la Secretaría de Fomento le adjudicara más de cuatro sitios de ganado mayor aledaños a Mapimí, asimismo inició en su hacienda Noé la siembra y explotación de vid. Como buen político, en el mes de junio de 1891, Lavín envió al presidente Porfirio Díaz una muestra de las uvas que se producían en sus terrenos.

Los años habían pasado y el hispano cumplió los 55 de edad en 1889, era tiempo de repensar y hacer un recuento de su vida. Sus logros materiales casi estaban cumplidos, tenía una numerosa familia con doña Dorotea Veloz Hernández, mujer que lo había acompañado desde sus primeros tiempos en La Laguna, allá en el rancho Santa Cruz. Era lógico que buscara asegurar el futuro de sus hijos y dejar todo arreglado, en caso de un imponderable. De esta manera decidió legitimarlos y contrajo matrimonio civil con doña Dorotea; tres meses después testó, era el 9 de noviembre de 1889. Dejó sus bienes a sus hijos e hijas, en partes iguales, y a su esposa, lo que legítimamente le correspondía, nombró como su albacea a Gilberto, su hijo mayor, y como consultor principal al licenciado Ignacio L. Vallarta.

Todavía tuvo tiempo para destinar una de sus casas de Lerdo como Hospital para Mendigos y, finalmente, construir una capilla en la hacienda Noé, lugar donde contrajo matrimonio su hija María de la Asunción con el doctor José Reyes Bruciaga el 15 de abril de 1894.

Entonces su salud estaba bien; posteriormente un desafortunado accidente abrió una pequeña herida, la lesión se le infectó por la acción de un insecto; el daño no sanaba, al contrario, se fue agravando hasta que el día 15 de mayo de ese año fue trasladado, con urgencia, a la ciudad de México donde recibió atención médica. Desafortunadamente la infección había avanzado y fue imposible salvarle la vida. Falleció a las cinco y cuarto de la tarde del día 16 en el hotel Jardín, lugar donde era atendido por varios médicos. Una inmensa muchedumbre acompañó su cuerpo para ser sepultado en la capilla de Noé, años después sus restos fueron trasladados a la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de Gómez Palacio, que es donde descansan.

FUENTE: Roberto Martínez García, Vida y obra de Santiago Lavín. Los renuevos de la vieja encina de Cantabria, UIA-Laguna/Ayuntamiento de Gómez Palacio, 2004-2007/Patronato del Primer Centenario de Gómez Palacio, Gráfica Impreza, 2005.

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Las hermanas Lavín Veloz: María Concepción, María Adelaida de Jesús y  María Romana.
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Licenciado Ignacio L. Vallarta (1830-1893).
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