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El Díaz de Creelman (Parte IV y última)

Hemiciclo a Benito Juárez, una de las más majestuosas obras del porfiriato; en ella Díaz rinde homenaje a su antiguo enemigo político, parte reconocimiento y parte oportunidad política, algo impensable en la época del México postrevolucionario.

Hemiciclo a Benito Juárez, una de las más majestuosas obras del porfiriato; en ella Díaz rinde homenaje a su antiguo enemigo político, parte reconocimiento y parte oportunidad política, algo impensable en la época del México postrevolucionario.

DR. LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ

Tenemos ahora un sistema eficiente y económico, seguro y rápido a través de todo el país y con más de doscientas oficinas postales. Enviar un telegrama en aquellos tiempos era cosa difícil. Hoy tenemos más de 45,000 millas de líneas telegráficas operando.

Un éxito que muchos de sus amigos festejan y sus enemigos critican es la famosa "Paz Porfiriana" y él se refiere a ella así: "Empezamos castigando el robo con pena de muerte y apresurando la ejecución de los culpables en las horas siguientes de haber sido aprehendidos y condenados. Ordenamos que donde quiera que los cables telegráficos fueran cortados y el jefe del distrito no lograra capturar al criminal, él debería sufrir el castigo; y en el caso de que el corte ocurriera en una plantación, el propietario, por no haber tomarlo medidas preventivas, debería ser colgado en el poste de telégrafo más cercano". "Éramos duros. Algunas veces, hasta la crueldad. Pero todo esto era necesario para la vida y el progreso de la nación. Si hubo crueldad, los resultados la han justificado con creces".

Díaz, el lazo umbilical que nutre a México y cuya unión es indisoluble; la precepción de la necesidad que la patria tiene del patriarca y su existencia plena; así lo definía él: "El hecho de que los valores mexicanos bajaran bruscamente once puntos durante los días que la enfermedad me obligó a recluirme en Cuernavaca, indica la clase de evidencia que me indujo a sobreponerme a mi inclinación personal de retirarme a la vida privada".

En cuanto a la visión expresada de la democracia, aplicada en México, Díaz expresa, con tesitura de estadista que: "Es un error suponer que el futuro de la democracia en México ha sido puesto en peligro por la prolongada permanencia en el poder de un solo presidente -dijo en voz baja-. Puedo con toda sinceridad decir que el servicio no ha corrompido mis ideales políticos y que creo que la democracia es el único justo principio del gobierno, aun cuando llevarla al terreno de la práctica sea posible sólo en pueblos altamente desarrollados". "Puedo dejar la presidencia de México sin ningún remordimiento, pero lo que no puedo hacer, es dejar de servir a este país mientras viva".

"Existe la certeza absoluta de que cuando un hombre ha ocupado por mucho tiempo un puesto destacado, empieza a verlo como suyo, y está bien que los pueblos libres se guarden de las tendencias perniciosas de la ambición individual".

"Sin embargo, las teorías abstractas de la democracia y la efectiva aplicación práctica son a veces, por su propia naturaleza, diferentes. Esto es, cuando se busca más la substancia que la mera forma".

En cuanto al futuro político de nuestra patria, en el primer decenio del Siglo XX, Díaz sueña: "He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado".

Y el camino para conseguir la democracia está llano y es un corredor amplio para llegar a ella: "Aquí considera que el único camino a la democracia es la clase media "…México tiene hoy una clase media, pero no la tenía antes. La clase media es aquí, como en todas partes, el elemento activo de la sociedad,... los ricos están demasiado preocupados por sus mismas riquezas y dignidades y los pobres son a su vez tan ignorantes que no tienen poder alguno".

Porfirio Díaz como puente a la democracia y garante de la misma, según sus propias palabras: "Es verdad que no hay partido oposicionista. Tengo tantos amigos en la República que mis enemigos no parecen estar muy dispuestos a identificarse con una tan insignificante minoría. Aprecio en lo que vale la bondad de mis amigos y la confianza que en mí deposita mi patria; pero esta absoluta confianza impone responsabilidades y deberes que me fatigan cada día más; No importa lo que al respecto digan mis amigos y partidarios, me retiraré cuando termine el presente periodo y no volveré a gobernar otra vez. Para entonces tendré ya ochenta años".

La visión de la persona de Porfirio Díaz que proyectaba en el mundo y la que veía y comenta el periodista Creelman desde la faceta americana:

"-Así es Porfirio Díaz, el hombre más destacado del hemisferio americano. Toda lo que ha hecho, casi solo, en estos pocos años para un pueblo degradado y desorganizado por la guerra, sin ley y con políticos de ópera cómica, es la gran inspiración del panamericanismo, la esperanza de las repúblicas hispanoamericanas.

Dondequiera que se le vea, en el Castillo de Chapultepec, en su despacho del Palacio Nacional o en la exquisita sala de su sencilla casa en la ciudad, con su joven y bella esposa, rodeado de sus hijos y nietos por parte de su primera esposa, o rodeado de tropas, con el pecho cubierto de las condecoraciones que le han conferido las grandes naciones, él es siempre el mismo: sencillo, conciso y lleno de la dignidad de su fuerza consciente.

A pesar del férreo gobierno que le ha dado a México, a pesar de su prolongada permanencia en el poder que ha hecho a la gente decir que ha convertido una república en una autocracia, es imposible mirarlo a la cara cuando habla de los principios de la soberanía popular sin creer que aún hoy tomaría las armas y derramaría su sangre en defensa de ella.

Hace solamente unas semanas que el secretario de Estado, Mr. Root, resumió la actitud del presidente, al decir: "Me ha parecido a mí, que de todos los hombres que hoy viven, el que más vale la pena ver es el general Porfirio Díaz, de México. Porque aun considerando los rasgos aventureros, atrevidos e hidalgos de su carrera, cuando se considera el vasto programa de gobierno que su valor y sabiduría aunados a su carácter imperioso, ha cumplido; cuando se considera su atrayente personalidad única, no hay ser viviente hoy día a quien quisiera yo ver con más interés que al presidente Díaz. Si fuera poeta, escribiría su elogio. Si músico, marchas triunfales. Si mexicano, sentiría que una devota fidelidad de toda la vida no pagaría todo lo que él ha hecho por el que sería mi país. Pero como no soy ni poeta, ni músico ni mexicano, sino solamente un norteamericano que ama la justicia y la libertad y que espera ver su reino entre la humanidad progresar y fortalecerse, veo a Porfirio Díaz, Presidente de México, como uno de los grandes hombres que debe ser considerado modelo de heroísmo por el género humano".

Pearson's Magazine Marzo de 1908.

Mi creencia de que quién podría haber sido Porfirio Díaz hoy es que: Si hubiese cumplido la propuesta hecha a Creelman de dejar la presidencia en 1910, si hubiese permitido unas elecciones en las que el pueblo nombrara libremente a su sucesor, hoy muchas calles, seguramente las más céntricas e importantes, muchas colonias y por lo menos alguna ciudad de México, llevarían su nombre, pero no cumplió y como dijo Madero en su plan de San Luis, refiriéndose a Díaz: "…dominado por incomprensible orgullo y por inaudita soberbia, desoyó la voz de la Patria y prefirió precipitarla en una revolución antes de ceder un ápice, antes de devolver al pueblo un átomo de sus derechos, antes de cumplir, aunque fuese en las postrimerías de su vida, parte de las promesas que hizo en la Noria y Tuxtepec".

Es así como el entonces llamado "Prócer de América" no logró su sueño de permanecer en territorio nacional, dentro de un mausoleo que todos los días se viese cubierto de las flores que el pueblo agradecido y lloroso le entregara y una lámpara votiva le iluminara día y noche.

Menos aún se cumplió su esperanza expresada en su renuncia el día 25 de mayo de 1911, cuando aludió a:

-"Espero, señores diputados, que calmadas las pasiones que acompañan a toda revolución, un estudio más concienzudo y comprobado haga surgir en la conciencia nacional, un juicio correcto que me permita morir, llevando en el fondo de mi alma una justa correspondencia de la estimación que en toda mi vida he consagrado y consagraré a mis compatriotas".

Ni sus restos descansan aún en el suelo que él dijo tanto amar; aún se encuentran a miles de kilómetros, odiado por los gobernantes que pudren el poder con sus corruptelas y odiando el que Porfirio Díaz fue un dictador, pero jamás se enriqueció con el hambre del pueblo, ni se retiró con millones y millones de pesos en la bolsa y decenas de miles de millones más en deuda del estado, de "esa deuda que ya no es tema", como lo hace cualquier presidente municipal o gobernador de tantos que hoy sufrimos.

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La avenida Juárez y el famoso 'Caballito' en la Ciudad de México de 1905; al fondo el hoy 'Monumento a la Revolución' proyectado originalmente por Don Porfirio como Palacio Legislativo, con todo y el esplendor de la época, menos ostentoso y costoso que los actuales de San Lázaro y nueva sede del Senado.
La avenida Juárez y el famoso 'Caballito' en la Ciudad de México de 1905; al fondo el hoy 'Monumento a la Revolución' proyectado originalmente por Don Porfirio como Palacio Legislativo, con todo y el esplendor de la época, menos ostentoso y costoso que los actuales de San Lázaro y nueva sede del Senado.

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