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EL CLUB CAMPESTRE LAGUNERO: Ejemplo de cohesión

SIGLOS DE HISTORIA

Don Antonio de Juambelz y Bracho.

Don Antonio de Juambelz y Bracho.

MTRO. ROBERTOMARTÍNEZ GARCÍA

(Primera de dos partes)

El año de 1933 marcó para el mundo occidental el último año de una gran depresión originada por sobreproducción, los jinetes del Apocalipsis aparecieron en La Laguna en forma de baja de precio del algodón y los metales, sequía y desempleo. No obstante, los años veinte habían dejado un gran superávit en las finanzas de muchas familias, especialmente en aquéllas que poseían la tierra, prestaban servicios o estaban dedicadas al comercio y la industria. Por eso no es muy difícil de entender el porqué los laguneros, con todo y la crisis de los años treinta, desarrollaban proyectos estructurales tan importantes como la construcción de la Planta Francke, el puente sobre el río Nazas, el Teatro Isauro Martínez y otros más.

Dedicados a fincar el futuro, los laguneros tienen la fama de llevar hasta el final los proyectos que se proponen realizar, especialmente aquéllos que van a rendir sus frutos a las generaciones futuras y que involucran a toda o gran parte de la sociedad. Por eso, desde 1933, cuatro personajes decidieron crear un lugar de esparcimiento sano, familiar y de relaciones socio-económicas en la creciente ciudad de Gómez Palacio, Durango cuando ésta sólo tenía poco más de 46 mil habitantes, esos personajes fueron: el general Eulogio Ortiz, jefe de las fuerzas militares en La Laguna, el ingeniero José F. Ortiz, gerente del Banco de La Laguna, el señor don Antonio de Juambelz, director de El Siglo de Torreón y el señor Salvador Valencia. En el mes de julio El Siglo publicó: "Un country club habrá en la región", el costo del proyecto sería de 100 mil pesos, el centro social se construiría en la entrada del cañón que forman los cerros en Santa Rosa Viejo, frente al sitio en la carretera a Lerdo conocido como La Botella, abarcaría el campo de deportes gran parte de ese cañón y la falda de los cerros. Se podía percibir que los impulsores se estaban inspirando en el Country Club de la Ciudad de México o en alguno de los Estados Unidos, pues aseguraban que habría casa club con terraza para baile, restaurante y cantina, baños para damas y caballeros y algunos alojamientos. Se acondicionaría un campo para golf de 9 greens, de 10 a 12 mesas de tenis, una gran alberca y un tanque con viveros de peces. Para ello se perforarían dos norias, se plantarían árboles, todo el campo se cubriría de pasto. En fin, ¡todo un paraíso!

También tenían considerado construir dos carreteras, una de La Botella al Country Club y la otra de éste hasta la calzada Insurgentes para unirlo con el campo de polo, cuyas tribunas se acondicionarían convenientemente. Los planos, originalmente, fueron encomendados al ingeniero Fortino Aguilar, esperando que para diciembre ya estuvieran terminadas la casa club y la alberca. Se incorporarían, con el tiempo, otros profesionales de la construcción.

La sociedad de la clase media y alta de La Laguna entró en efervescencia, por doquier se escuchaban las opiniones sobre la creación del nuevo proyecto, todo mundo opinaba que no podía estar en mejores manos, los cuatro caballeros tenían un gran poder de convocatoria, carisma, credibilidad y un desarrollado sentido para servir a la sociedad. Los cuatro eran impulsores deportivos, dentro de sus posibilidades, por ejemplo: el general Ortiz patrocinaba un equipo de polo, don Antonio daba muchísima importancia, en el diario que dirigía, a los deportistas.

En una entrevista se llegó a afirmar: "no ha habido una sola persona a quien hayamos invitado a sumar su cooperación para construir el Country Club, que nos haya regateado esa ayuda". Hasta de los Estados Unidos llegaron solicitudes para adquirir acciones, una fue la de don Juan F. Brittingham, quien aportó mil pesos. Esta colaboración obligó a la directiva a acudir a la Secretaría de Relaciones Exteriores para tramitar la cláusula de extranjería en el caso de socios de otros países. A los pocos días ya habían reunido 10 mil pesos y un mes después la cantidad recolectada sumaba 60 mil.

Pero no a todos gustaba la idea de que el Country Club se estableciera en Gómez Palacio. Fue la Cámara de Comercio de Torreón quien empezó a proponer al gobierno municipal y al estatal que intervinieran para que tal proyecto floreciera en Torreón. La respuesta fue contundente: ¡La Laguna es una! No importa si es en Durango o en Coahuila, somos todos laguneros, el río en vez de dividirnos nos une, a nuestra cohesión no la rompe la frontera de la división política.

Por su parte, la señora María Luján viuda de Terrazas facilitó las cosas para la venta del terreno, ya que consideró que en el hecho no existía deseo de lucro, sino más bien una acción que sería útil a la sociedad lagunera. Sólo faltaba legalizar la Asociación e iniciar las acciones para construir, acciones donde se beneficiarían el comercio, los comisionistas y muchos trabajadores de las obras. Continuará…

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Equipo de polo del Gral. Eulogio OIrtiz.
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